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EN PLURAL

Un tizón para el horno

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

“Ha llegado la hora de los hornos”.

La frase de José Martí define la situación actual de la educación dominicana, y convoca maestros, padres y madres, iglesias y medios de comunicación, en su encender el horno de las reflexiones hondas, y de las propuestas bien presentadas, para que el fuego alumbre y dé calor a una nueva criatura: un sistema educativo inclusivo, crítico, creativo, que no solo informe, sino que forme, para conocer el pasado, entender y juzgar el presente, y también, la visualización de lo que deberá ser la educación en el futuro.

Revisando un ensayo mío sobre el pensamiento socioeducativo del Dr. Peña Gómez, extraigo del texto unas líneas que reproduzco en En Plural, como un primer aporte al debate ya impostergable sobre el destino de nuestro sistema educativo, condenado en todos sus niveles por evaluaciones nacionales e internacionales. Partiendo, como debe ser, de una visión holística que tiene como núcleo una versión ideológica definida, Peña Gómez parte del Socialismo Democrático, y de su tesis que él denominó, Gobierno Compartido.

Basándose en sus principios fundamentales; movilización nacional, participación, concertación entre Estado, empresas y comunidad, desconcentración y descentralización, Peña Gómez boceta las principales metas socioeducativas del Gobierno Compartido.

“En el Gobierno Compartido la política educativa se convertiría en un instrumento eficaz para el desarrollo y el ascenso social, en un verdadero canal de transformación productiva y de bienestar para todo el pueblo”.

Peña Gómez también afirmaba: “Una gran reforma educativa será impulsada desde el inicio del Gobierno Compartido, para que los objetivos y contenidos de nuestra educación sean útiles a la vez para el individuo y para la sociedad, promoviendo valores de igualdad, solidaridad y justicia social ...insertando la participación de la mujer y combatiendo todos los prejuicios”.

Dentro de ese modelo, la educación es, como reiterada para apoyar al Primer Plan Decenal en 1992, “la obra de una verdadera concertación de todos los sectores técnicos interesados en el tema de la educación y de la cultura del pueblo dominicano”.

En la coherencia que se observa entre sus planteamientos educativos con su proyecto político, se comprueba de nuevo su consistente postura: educación, sociedad, poder, política, ideología, son conceptos interdependientes.

Adelantándose a lo que explica el libro “Socialismo de lo pequeño”, que destaca la necesidad de fortalecer las instituciones de bases nacionales, para contrapesar culturalmente el tirón centrífugo de la globalización, Peña señala: “Modernizaremos la estructura del sistema educativo nacional, descentralizando la toma de decisiones y el manejo de los recursos financieros a través del reforzamiento de las instancias regionales”. Con esto, no solo se logra el objetivo explícito, sino se preserva la esencia de la identidad dominicana. Para robustecer la alianza de sectores y actores protagonistas del Gobierno Compartido, Peña nos explica: “Modificaremos la composición del Consejo Nacional de Educación y todas las instancias decisorias del sistema educativo, para transformarlas en organismos flexibles y democráticos, que integren una mayor representación de la sociedad civil en sus diferentes vertientes”.

Estas ideas de Peña Gómez sobre educación, es un tizón que arrimo al horno donde se encenderá el fuego que quemará fracasados modelos y cocerá el alimento cognitivo, afectivo y tecnológico de la educación que necesitan nuestras nuevas generaciones.

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