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ORLANDO DICE

En sentidopráctico

Los políticos dominicanos debieran dejar el sonsonete de hablar de principios, pues la experiencia antigua y lejana es de finales.

En cada ocasión terminan por donde debieron empezar.

Cuentan que el PRM resolvió la tentación de sus diputados con la reelección aplicando sentido común. Los quieren comprar, están dispuestos a venderse, pues les resuelve el partido.

Así el problema, si era problema, se queda entre casa.

Nada provee más firmeza que saberse seguro y sin riesgo en situaciones de tormenta, y toda reelección -como diablo- es candela.

Era fácil conocer desde inicio del debate el ánimo de los diputados de Moderno, pues o hacen vida de partido, o vida de bancada, o vida de hemiciclo.

E igual podían averiguarse las condiciones socioeconómicas de cada uno o de todos para determinar por anticipado si las ofertas del gobierno llenarían su cometido.

Las razones para un diputado del PRM dejarse convencer eran variopintas. Supervivencia política, dificultades económicas y desagrado interno.

Cada cual hace su juego y busca ganancia.

El caso del diputado que sabe que no puede repetir en la posición por sus propios medios, y vía reelección podría ir a otro partido y asegurar una candidatura sin someterse a escrutinio.

El otro que ya no tiene interés en mantenerse como diputado, pero en inopia, y que buscaría una especie de liquidación económica.

Se tiene la impresión de que los diputados llevan una vida de lujo, pero el corazón de la auyama solo lo conoce el cuchillo.

Supóngase uno que por circunstancia hipotecó su casa o vendió el sueldo por los cuatro años. No puede vivir con holgura y menos aparentar.

Falta esperar y ver cómo finaliza un juego que podría irse a extra innings, pero la reserva de plazas significa que el PRM entendió la situación de los suyos y quiere remediarla.

Van a criticar la medida, y entre las muchas cosas dirán que para qué decidió primarias. Sin embargo, lo que importa por ahora es salir del trance, del acoso y superar el entuerto.

Si el premio es como dicen y el billetero insiste...

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