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POLÍTICA Y CULTURA

Un fantasma que camina (Fragmentos)...

La crónica de la vida de un sicario, de un torturador, al servicio de una de las dictaduras más sangrientas del continente americano, no tendría mayor eco ni trascendencia en el sumario delincuencial del Estado dominicano en la Era de Trujillo, si no fuera por el hecho atípico que rodea la misteriosa desaparición del coronel Johnny Abbes García en Haití en los primeros días de junio de 1967. Johnny Abbes apenas dirigió los servicios de inteligencia y seguridad de la dictadura directa o indirectamente, durante tres años, en el tiempo de agravamiento de la crisis de la dictadura, cuando mayor fue la resistencia política y cuando se produjo el empeoramiento de las relaciones de Trujillo con la comunidad hemisférica y confrontó problemas de envergadura con la política norteamericana que durante más de 25 años había sido su soporte en la lucha contra el comunismo. Por igual le correspondió a Abbes García, enfrentar la actitud de la Iglesia católica dominicana, consistente en defensa de los derechos humanos y las libertades, luego de 30 años de silencios y complicidades.

Tres años fueron de una dimensión catastrófica y traumática en la conciencia social del pueblo dominicano. No fue que Trujillo no ordenara matar y violar los derechos humanos, antes de que Johnny ejecutara sus mandatos de horror, no fue que Trujillo no dirigiera masacres ignominiosas como la de los haitianos en 1937, no fue que Trujillo no asesinó por encargo en el exilio a connotados dirigentes opositores y ciudadanos de otras nacionalidades, es que nunca se mató a tanta gente, nunca se torturó a tantos dominicanos y dominicanas, es que nunca se persiguió con más saña a los grupos religiosos del país, es que nunca un hombre había concentrado el poder omnímodo reservado a Trujillo, para disponer de las vidas de simples hombres y mujeres que osaron disentir de su maquinaria de oprobio y terror, que cuando Johnny dirigió el SIM.

Por supuesto, que, sin la anuencia y las directrices de Trujillo, Johnny no hubiese materializado ninguna de sus acciones, pero hubo entre Trujillo y él, una empatía e identificación psicológica y política que no se produjo entre Trujillo y ninguna otra figura de su dictadura. Filiación morbosa, de bajos instintos, macabros conductos de locura y perversión. Figuras como Miguel Ángel Paulino y la banda de la 42, el General Fiallo o el General Arturo Espaillat, no llegaron nunca al clímax de barbarie ni concentración de poder que Johnny exhibió durante tres años en el país.

Odiado profundamente, por la familia Trujillo con excepción de Nene Trujillo, odiado por la oficialidad militar, temido por la población, Johnny mostró con rasgos excepcionales una vocación represiva que sobrepasó a todos los verdugos.

Cuando la muerte del tirano lo dejó desprovisto de tutela, Johnny fue rápidamente purgado por dos de sus enemigos fundamentales, Joaquín Balaguer y Ramfis Trujillo, quienes sentían repulsión por él, aunque motivados por diferentes actitudes y acciones. Esta obra, “Johnny Abbes García, vivo, suelto y sin expediente”, será puesta en circulación a principio del mes de julio. (Continuará).

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