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Los dominicanos, otra vez a merced de un clic electoral

Pocos países latinoamericanos exhiben un sistema electoral tan vulnerable y traumático como República Dominicana. Cada cuatro años se registra un sismo en este pequeño país caribeño, cuando se cierran los colegios de votación, estremeciendo la débil estructura democrática.

Los dominicanos todavía reaccionan asombrados, al escuchar cómo en otras naciones que multiplican a la enésima potencia los millones de votantes, se conocen de inmediato los resultados electorales y los candidatos derrotados reconocen a los triunfadores sin rechistar.

Es una experiencia que varias generaciones aguardan impasibles desde 1966, cuando el enigmático Joaquín Balaguer del dictador Trujillo derrotó al carismático Juan Bosch. Unas elecciones, celebradas tras la Guerra de Abril y la invasión militar de Estados Unidos, cuyos resultados desorbitaron los ojos de la población votante.

Desde entonces impera el mismo desasosiego. La Junta Central Electoral se embarca durante semanas y meses en emitir fragmentados boletines, con obsoletos sistemas de conteos de papeletas que al final arrojan agotadores resultados. Estresando por igual a los incrédulos vencidos, que a los vencedores de siempre.

Los avances de la tecnología no han servido de nada. En la última década se ha hablado insistentemente de las virtudes del voto electrónico y su imprescindible aplicación. Los intentos son desastrosos, significando pérdidas de miles de millones de pesos para este empobrecido país.

El ensayo más reciente lo mostramos al mundo en las elecciones nacionales de 2016. Los resultados en el conteo de votos y de inversión financiera fueron traumáticos. Después que el país destinó alrededor de 40 millones de dólares en la compra de unos 49,200 equipos, ahora resulta con que no podrán volver a utilizarse.

El desempeño inconsistente y poco fiable de esta tecnología suplida por la empresa española Indra Sistema fue tal, que al final los colegios electorales se vieron precisados a introducir también el tradicional sistema manual. Cuando los escáneres, impresoras y lectores de huellas comenzaron a fallar. El desorden gerencial y el caos en el conteo de votos parecían no tener fin.

Pero veamos qué nos dice la propia Junta Central Electoral sobre lo explicado: Fueron identificadas graves irregularidades. Por ejemplo, de un total de 15,339 equipos utilizados en el escrutinio, solo transmitieron 9,815 (64%) y, no lo hicieron 5,524, (36%).

Y continúa: Los equipos de concurrentes eran 16,070. Transmitieron 11,630 (72%) y no lo hicieron 3,700 (23%). Respecto de las imágenes de actas de votación recibidas de los diferentes equipos, en el nivel A, se recibieron, por el escrutinio automatizado 8,565, (53%), y de forma manual 7,695, (48%). En el nivel B, por el automatizado 8,010 (50%), y por el manual 7,507, (47%). En el nivel C por el escrutinio automatizado 6,849, (43%) y de forma manual 8,670, (54%).

Ahora la Junta Central Electoral ha vuelto contratar una nueva empresa, la Digiword, S.R.L., para suplir los equipos del proyecto Voto Automatizado, que se aplicará en las primarias internas de los partidos políticos en octubre próximo, y en las elecciones municipales de febrero, y las presidenciales y congresionales de mayo de 2020.

El monto ofertado por esta firma internacional asciende a 19,943 millones de dólares, para suministrar 55,000 equipos, de los cuales ya entregó la primera partida de 1,944 el pasado viernes.

Se desconoce objeciones significativas del Palacio Nacional, el Congreso, los partidos políticos, la sociedad civil y otras instituciones que han presenciado el funcionamiento técnico de los nuevos equipos, para el Voto Automatizado.

Esto envía la señal de que el futuro de los 7.5 millones de votantes dominicanos estará otra vez a merced de un clic, en octubre próximo y en las elecciones de febrero y mayo de 2020. Ojalá nos coloquemos por fin, a la altura de las naciones civilizadas.

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