El nuevo hombre

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). El ser humano, hecho a imagen de Dios, posee facultades racionales, morales y espirituales que hacen posible su relación con el que lo creó. Dios insufló en el ser humano -varón y hembra- su divino soplo, gracias a lo cual puede razonar y hablar, tener intelecto, voluntad y emoción, así como vivir en santidad y en amor. Pero los rasgos que le imprimen la imagen de Dios fueron dañados por el pecado, aunque no destruidos por completo. Ciertamente el pecado desfiguró la imagen de Dios en el hombre. “Estamos viviendo un momento de aniquilación del hombre como imagen de Dios”, ha dicho con franqueza el papa Francisco.

Por eso, el Supremo Hacedor decidió enviar al mundo un nuevo hombre: Jesucristo, la verdadera imagen del Dios invisible. El que cree en Él tiene vida eterna. Y mientras vive en la tierra va recuperando, con la ayuda del Espíritu Santo, la imagen perdida de Dios.