PENSANDO
Intervención bancaria
Cuenta la historia que el ingenioso banquero alemán Meyer A. Rothschild se dio cuenta que, la mejor forma de hacer fortuna era prestar grandes sumas de dinero a diferentes potencias europeas a altos intereses.
La única preocupación era que, esos países pagaran los préstamos, asegurando que reyes y gobernantes se comprometieran a reembolsar la deuda.
La clave era lograr cierto poder en esos gobiernos y así tener la facultad de intervenir en su política nacional.
Lo suspicaz del tema era que si el rey o gobernante intentaba desviarse de la línea marcada por el poderoso banquero, entonces financiaba a su rival, es decir, toda nación debe tener un enemigo, y si no existía, Rothschild lo creaba.
¿Será el caso del señor George Soros, que en base al financiamiento económico de varias instituciones logra la fusión de la isla y “alzarse con el santo y la limosna” de la mina de oro compartida?
La historia universal es rica en acontecimientos que nos enseñan que “no todo lo que brilla es oro”. ¿Será que hoy la intervención cambió de nombre?