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ORLANDO DICE ...

Eso viene en camino

Era justo y necesario que las circunstancias abrieran oportunidades y cedieran espacio a las candidaturas de rango inferior.

No solo de candidatos a la presidencia vive la política, como al parecer se estaba creyendo. Las aspiraciones menores, si se sueltan, desbordan el marco natural. Si la Junta Central Electoral lograra su cometido de contener esa suerte de carro sin freno, se crearían por impulso propio escenarios diferentes, pero igual de interesantes. Los partidos tendrán que volverse hacia adentro y decidir los demás cargos, y esa situación inquieta, pues se teme que el espíritu práctico se imponga al ideal de ley.

Todavía no arranca el proceso y las intrigas lo convierten en territorio minado, y contrario a lo que pueda pensarse, las primeras pruebas no serán de los postulantes, sino de sus jefes políticos. Ahora deberán devolver el favor. El clásico Maquiavelo aplicado al revés: “Ocúpate de mis asuntosÖ”, y el desconcierto reinará desde el primer momento. Apoyar uno aquí y otro allá no sería problema. Problema será decidir endoso entre dos o tres, un trance que se dará en muchos lugares. Todavía no se tienen a manos los méritos de las primarias, de si convienen más abiertas o cerradas, pero para los fines de respaldo, iguales unas y otras. Habrá que bajar líneas, y las cerradas se prestan al fatídico vaciado. Un refrán no cree posible la corneada entre bueyes. Pues sí podría darse el caso, y peor aún, en muchos lugares.

Incluso se agravaría por la conocida situación de los liderazgos múltiples en que lo personal estaría primero que lo político y lo partidario.

El razonamiento sería simple, aunque poco inteligente: Fulano es mío, y difícilmente se acepte que zutano, ajeno, tenga más posibilidades. Hasta ahora es escarceo, conversaciones de patio, pero dentro de poco empezarán las dificultades. Las reservas serán un parámetro a considerar. Se tiene la idea de que ese apartado del 20% será para negociar, para las alianzas probables, pero cuando se conozcan los cargos y los sitios, se verán las candelitas en cada esquinita.

Nada fastidia más en política que sentirse burlado.

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