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EN RELEVO

Juego de Tronos en el PLD

En agosto del 2017 el proyecto político que trabaja para la candidatura de Leonel Fernández inició un proceso de recolección de apoyos a nivel nacional; pocos meses después anunciaron que superaron el millón de adhesiones; luego celebraron el millón y medio; y cerraron en el olímpico con una fiesta donde bailaron por los dos millones.

Al mismo tiempo el leonelismo conformó equipos de comunicación con el encargo de difundir un agresivo discurso en supuesta defensa de la Constitución y contra de la reelección, que al final devinieron en pandillas en abierta cruzada de oposición al Presidente Medina y sus principales colaboradores.

Todo indica que esa “genial” estrategia de ataque y derribo provocó que el Presidente Medina identificara el posible retorno al poder a Fernandez como la principal amenaza a su legado político; y se convenciera de que un nuevo gobierno de su compañero de partido sería más propenso a comprometer su figura histórica, que las amenazas que supondría para su imagen nacional e internacional -y hasta para la estabilidad democrática del país-, un proceso traumático de reforma constitucional.

Y si bien es probable que se trate de una percepción errónea, y que ciertamente Leonel sea incapaz de tomar represalias en contra de sus compañeros de partido... La verdad es que el ruido que se emite desde el entorno del ex presidente obstaculiza la reconstrucción de puentes de confianza actualmente destruidos.

Porque Danilo no confía en Leonel, y viceversa... Y esa desconfianza mutua es lo que ha llevado los problemas internos del PLD a los extremos en que se encuentra. En niveles prácticamente irremediables.

Ya no importa si pasa la reforma constitucional y Danilo busca un tercer período; o si al final resulta imposible derribar esa enorme pared y Leonel se convierte en candidato tras vencer internamente a cualquier aspirante del entorno danilista. Salvo milagro, ahí no hay solución. Lo que aleja tanto la posibilidad de la reelección consecutiva de Danilo, como la diferida que pretende Leonel.

Un escenario que pudo evitarse sin en lugar de mítines para enseñar molleros y discursos de acoso hacia el adversario, quien busca nuevamente el trono hubiera propiciado un encuentro con quien actualmente lo ocupa. En el que se hubieran virado sus respectivas cartas y pactado unificar sus tropas contra el adversario común, cuya rebelión busca destronar la dinastía reinante. Y donde perfectamente pudieron establecer condiciones para que, mientras uno pudiera volver a sentarse en el trono, el otro se habilitara para eventualmente presentar legitimas aspiraciones de volver a regir sobre este Westeros dominicano.

Pero eligieron guerrear. Los egos y las intrigas pudieron más que las advertencias y los consejos, incluso más que la inteligencia emocional y la sapiencia política de la que ambos han hecho galas en el pasado reciente y que les ha valido para ganar tantas batallas. Una locura que desencadenó acontecimientos que han llevado este conflicto hasta un punto de no retorno.

Y pensar lo diferente que pudo ser, si antes de montar sus dragones para cometer una masacre y destrozar todo a su alrededor, tan sólo hubieran escuchado las campanas.

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