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POLÍTICA Y CULTURA

¡Por la unidad de los antireeleccionistas!

En la actual coyuntura política se impone la adecuada comprensión, análisis y aprovechamiento de las contradicciones, que sacuden el cuerpo social y político de la nación. Toda nuestra historia, es la sumatoria de los procesos vividos alrededor de las contradicciones, que gravitan sobre el poder político. Las contradicciones deben constituirse, en el punto clave de discusión y formulación de alianzas, en la lucha por la toma del poder. Hay contradicciones primarias y secundarias que deben ser identificadas, en cada fase de la lucha política, con fines de aprovechamiento táctico, en la obtención de los objetivos trazados. Una contradicción puede convertirse en antagónica, en la medida en que, las condiciones que la crean, suscitan fuerzas sociales, capaces de provocar una ruptura en el orden político y económico, de diferenciación de intereses, trocados en irreconciliables. Los partidos políticos nacionales están llamados a unificar criterios, en función de la lucha, por promover cambios en las estructuras políticas y sociales de la nación. Cuando en un país, se agotan los recursos éticos y se produce la caída vertical de los principios fundadores de la nación, en su formulación histórica, y reina el populismo más desenfrenado, en que todo da igual, y asistimos a la glorificación de la personalidad, como ente absoluto del Estado, se requiere en el orden imperativo, la reflexión teórica, la vuelta a los clásicos, para abordar el cuestionamiento de los modelos desiguales, de convivencia y de alienación colectiva.

En estos momentos la contradicción que ha pasado a ser la principal en la confrontación política, lo es, el intento inocultable de reformar la Constitución de la República, para permitir una nueva reelección presidencial en el país. Como en el viejo mito griego de Sísifo, los dominicanos parecemos, condenado a avanzar en el campo de los logros democráticos y beneficios materiales, dentro de la inequidad social, para volver a desandar sobre nuestros pasos, reeditando fases agotadas, conjuradas por la conciencia social progresista. Bastaría colocarnos en la idea del hombre insustituible o necesario por varios períodos, para entender, que nuestro llamado y cacareado progreso, es un contrasentido, un retroceso permanente, al que pareciera que no podemos detener con cláusulas constitucionales. Comprender el rol de las contradicciones, nos obliga a unirnos en esta coyuntura, no importa viejas discrepancias o diferencias ideológicas, remitidas al pasado obsesivo de nuestras ambiciones troncales. Una gran unidad de todos los anti reeleccionistas, que gravitan en el escenario político. Esto obligaría a la formación inmediata del Frente Opositor Anti reeleccionista, bajo las banderas de la democracia y bajo el cumplimiento de un programa mínimo, que incluya el saneamiento de nuestras instituciones, hoy bajo el flagelo de una descomposición moral sin precedentes.

Y si fuera el caso, que las contradicciones variaran, y se difuminara el proyecto de modificación a la Carta Magna, y se unieran los divididos de hoy, entonces cambiaríamos la táctica, identificaríamos la contradicción que pasaría a regir la lucha política, con sagacidad y astucia hasta lograr la victoria.

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