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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Salomé Ureña madre

Nada resultó más fructífero para la formación de Pedro Henríquez Ureña que las primeras instrucciones del hogar. Su hermana, Camila, decía que su madre, Salomé Ureña, solía leerles a Pedro y Max diversas obras literarias. Incluso les traducía de varias lenguas extranjeras bellísimos pasajes selectos.

Tras ver una obra teatral de William Shakespeare, Pedro y Max se presentaron en la librería más importante de Santo Domingo, a fin de comprar las obras completas del dramaturgo inglés. El librero soltó una carcajada y les dijo: “Ustedes no pueden entender esto.” “¡Oh, sí! -dijo Max-. Lo entendemos y nos gusta mucho”. Al fin, convencieron al librero de que les vendiera los libros. La dedicación de la madre dio su fruto. Pedro Henríquez Ureña, por ejemplo, llegó a poseer una cultura humanística casi legendaria.

El rey Salomón recomendaba este método para educar a su pueblo en la ley de Jehová: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

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