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“Hay muertos que van subiendo”

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Yvelisse Prats Ramírez De PérezSanto Domingo

Ayer se cumplieron 21 años de la muerte del Dr. José Francisco Peña Gómez.

No pude asistir al cementerio a llevarle las flores y la lealtad que merece; el asma, compañera y verduga de toda mi vida, me visitó en la madrugada. Pero las palabras son también flores con raíces muy hondas que salen del alma, y con ellas recuerdo a Peña Gómez; sobre todo sus conceptos, que se mantienen como pilares que sostienen mi quehacer político.

Pese a traiciones múltiples, deserciones pagadas, y la niebla cada vez más oscura que apaga el llamado a la necesaria memoria histórica, algunos amigos y compañeros de Peña Gómez hemos mantenido no solo su recuerdo, sino sus ideas, sus sueños, sus propósitos. Escribimos, hablamos y explicamos a los jóvenes que no lo conocieron físicamente, las cualidades extraordinarias que hicieron de Peña un líder, no solo de su partido y su país, sino en el ámbito internacional.

La tesis del gobierno compartido del Dr. Peña Gómez, por ejemplo, aun cuando se escribió como una versión dominicanizada del Socialismo Democrático, es un modelo que sirve, todavía ahora, con los ajustes necesarios por los cambios de época, para impulsar reformas sociales que incluyan la equidad en las oportunidades, la solidaridad, los gobiernos en los que participen los ciudadanos en las políticas públicas, y la ética, como valor innegociable de la ideología que él asumió, ese Socialismo Democrático que nos enseñó, no solo como doctrina política, sino como forma de vida.

En cada una de las efemérides que evocan fechas importantes de la vida de Peña Gómez, nacimiento y muerte, principio y fin de una existencia intensa, en la que el pensamiento y la acción fueron siempre coherentes y elevados, he escrito, he hablado sobre José Francisco Peña Gómez, he tratado de traducir, humildemente, cuánto de pertinencia y vigencia tienen las propuestas político-sociales del líder.

Este año, elijo, destacar una faceta que brilló siempre en sus prédicas, en sus inolvidables discursos, lecciones como eran, rotundas: la firmeza de su creencia en la capacidad del pueblo dominicano para construir, no importando los obstáculos del camino, la ruta hacia el futuro mejor que merecemos.

Recordar a Peña Gómez en esa tesitura, acompañarlo en su fe de que tarde o temprano nuestra constancia y nuestros hechos despojaran de abrojos, el camino, es, en este momento difícil en que corre peligro la institucionalidad del país, un mantra que necesitamos, sobre todo los perremeístas, para no desfallecer, para seguir en la lucha, el reclamo, las propuestas a favor de quienes no pueden seguir siendo víctimas de la violencia callejera, la injusticia salarial, las soberbias indignantes, y los intentos de reformar ¡de nuevo! a la Constitución, para continuar los mismos en lo mismo. Invito a mis lectores a indagar sobre la vida y la obra de José Francisco Peña Gómez, a leer sus obras, ese libro que contiene su tesis para doctorarse en derecho, en el que devela la maldad infinita de la reelección.

Un poeta grande, Manuel del Cabral, suegro de Peña Gómez, dijo: hay muertos que van subiendo/mientras más su ataúd baja.

Necesitamos recordar a Peña Gómez, apliquemos emulándolo, los versos de Manuel del Cabral.

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