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CONTANDO LOS HECHOS

Jugarse el todo por el todo: La gran decisión

Inicio del 1959. En el hotel Embajador saludé a Frank Dorman, Cruise Director del barco SS Evangeline, que ese día estaba en la ciudad. Me ofreció trabajo como su asistente. Al decirme las condiciones y el salario le dije: Frank, eso me lo gano yo aquí fácilmente, sin tener que salir del país ni abandonar mi condición de celebridad de la radio que ya he adquirido. Frank ripostó: de acuerdo, yo pienso abandonar esta posición dentro de un año, y en ese tiempo te puedo preparar para que seas el Director, y en esa posición los ingresos se multiplican, te valdrá la pena.

Efectivamente, ese verano del 59, abordé el Evangeline como asistente del Cruise Director con la idea bien clara de que al año yo podría convertirme en Director. Justo llegando a cumplirse ese primer año pusieron de Director al señor Brian Wilson, dizque porque al dueño le impresionó su aire inglés.

Me di cuenta inmediatamente que el señor Wilson no tenía la más mínima idea de lo que requería su trabajo por lo que me tocaba a mí hacer prácticamente todo. En eso se cumplió mi primer año con la compañía, por lo que yo atesoraba mi esperada promoción a Cruise Director. Al terminar el segundo viaje, llegando al puerto de Miami, fui directo a la oficina del Sr. Leslie Frazier, dueño de los barcos, lo encaré y le dije: Míster Frazier el señor Wilson no conoce su trabajo para nada y yo tengo que hacérselo todo, yo no vuelvo a salir con él como su asistente esta tarde. Mister Frazier reaccionó violento y me dijo: Maldita sea, tú me vas a decir ahora cómo yo debo manejar mi negocio?. Le contesté, yo no puedo hacer eso, lo que yo sí puedo hacer es irme ahora mismo y regresar a mi casa en la República Dominicana. Di media vuelta, y me dirigí a la puerta. Volví a escuchar el trueno, ¡god damn it, come back here! Me devolví a encararlo.

“Ok, te vas como nuevo Cruise Director esta tarde, ahora, nada de ponerte a enamorar a las muchachas”, le contesté, Mr. Frazier, yo nunca hago eso. Medio sonreído me dijo, bien, buena suerte. Este es un buen ejemplo que, de no habérmela jugado en esa ocasión, pude haber perdido mucho más tiempo para lograr mi meta.

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