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EL CORRER DE LOS DÍAS

Las eras glandulares

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Marcio Veloz MaggioloSanto Domingo

Le comentaba a un querido amigo, hace unas horas, que existen dos edades en la vida masculina, la de la próstata y la de la desmemoria. De esas dos solo una ataca a la mujer, llamémosla época o era ovárica, o tal vez, la edad ovarial.

Los dos atacan de manera cruel, solo que la desmemoria no la sufrimos tanto como la otra, pues al no recordar los efectos colaterales de la primera, los espirituales también amainan.

Y es que después de los cincuenta el flujo de la memora supone una recuperación del pasado, y el aviso prostático otra memoria, la del pasado glandular que se despide, la que intenta salirnos al paso desde dentro, y late tan húmedamente como un corazón situado no a la izquierda, sino en el centro.

Hace ya muchos años que Otto Weiningeer, con notables influencias de Freud, y casi entrando el siglo veinte, se suicidó acosado por la definición incompleta de sus propias ideas de la sexualidad contenidas en su libro titulado Sexo y Carácter, en el cual, como bien anuncia el simple título, escrutaba con pasión tan austriaca como la de Sigmund Freud, la casi solución de lo glandular y sus respuestas sexicas.

La mujer no posee próstata como el hombre carece de ovarios. Puntos claves de lo masculino, y de lo femenino, tercamente machos y hembras para el idioma; y “lo femenino”, quizás provisionalmente quiere ser hembra, aunque la cultura masculina, con un “lo”, le haya agregado con el neutral algo que es realmente una donación sexual, o talvez un equívoco milenario.

Quien piense que la mujer es similar al hombre se equivoca de por medio o mejor medio a medio, porque así como los varones no tenemos ovarios funcionales, tampoco ellas tienen problemas centrales de este tipo, espacio biológico donde las comparaciones suelen ser sexuales solo en los poemas o en la literatura, aunque haya, difíciles de identificar, literaturas ováricas y prostáticas identificables en el temperamento cuando los órganos reproductivos revelan absurdos deseando ser iguales sin lograrlo.

Todo ello lleva a que el varón deba tomar en cuenta el momento en que ha llegado a la Edad de la Próstata con una contrapartida que en ella podría también se la Edad de la Menopausia, mas compleja que las otras, donde también comienza la simultanea edad de la desmemoria, la que parece ser común a todos los mamíferos pensantes sean masculados o feminados

Cuando el pensamiento hace conciencia de los cambios en la edad, son muchas las apreciaciones, y más fragmentarias las edades, pero la masculinidad de lo prostático y la femineidad de lo ovárico, trazan las pautas glandulares en el hombre y la mujer, de ahí las muchas diferencias apreciables inapreciables en la necesidad de ser el cada quién.

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