Festival latino de la política

En un tiempo se decía que todos los caminos llevaban a Roma, y era verdad. La consigna política más reiterada en las últimas semanas cambia a Roma por el Olímpico, aunque falta saber si el 5 de mayo tendrá igual preeminencia.

Por anticipación no se falla, ni organización, ni recursos, y la gente tan sobrada que la logística de transporte se queda corta.

El problema sería el entusiasmo, pues unas voces se pasan de contentas y dan números diferentes. Incluso algunas son tan exactas que adelantan cuantas personas adentro y cuantas afuera.

Será bajo techo, y esa providencia es apropiada, y no solo por la legislación político-electoral y la Junta, sino también por meteorología.

Mayo es un mes de lluvia, y el dominicano no es como el norteamericano que va al estadio sabiendo que va a llover y llevando paraguas y capas.

Quienes consigan cupo se salvarán de las aguas probables, pero qué sucederá con los que no entren o no puedan entrar. No solo se mojarán, sino que tampoco podrán ver el espectáculo en directo. Discriminación en pie, obvia, evidente, clara.

¿Cómo se decidirá la ubicación de los asistentes, cuáles adentro, cuáles afuera? Los oponentes (envidiosos al fin) apuestan al rebú.

Aunque el punto importante es a quién o contra quién la demostración. La sutileza pasa desapercibida, pero la convocatoria y la congregación han ido cambiando de tono.

Ya no es en cualquier circunstancia “es pa’ lante que vamos”, ya no es “Pa’ Palacio que vamos”, ya no es “Pal 20 que vamos”. Las firmas siguen siendo las firmas, pero la candidatura se rueda del primer plano, y ahora lo ocupa la Constitución.

Con la Constitución se supone, y suponen, cabe todo el mundo. No solo los seguidores de Leonel Fernández, sino los aliados, y más todavía, los no reeleccionistas.

El giro incluso va por más.

El centro de atención no será Fernández, lo será Natti Natasha, El Alfa, y la presentación será más vistosa que el Festival Latino.