Sin efectos especiales

La reunión del Comité Central del PLD del pasado sábado fue lo más parecido a un pedido de comida rápida para llevar. Preparada previamente, no hubo que esperar.

Políticamente fue una operación relámpago, y a conciencia. Los asistentes sabían a lo que iban, y nadie intentó romper el orden o faltar al protocolo.

Los periodistas debieran ser los primeros aleccionados, pues hicieron coro a los graciosos de siempre que declararon en la víspera que harían tal o cual propuesta.

En estos tiempos ya no quien tenga más saliva comerá más hojaldre, y el más salivoso se ganará un título que Balaguer no tenía reparo en otorgar, pero que por ahora me resisto.

La obra del sábado no tiene nombre, pero sí autor. Cuentan en la trastienda que Reinaldo Pared hizo la diligencia. Habló con los presidentes (de la República y el partido) y se logró consenso.

Incluso –se dice– que adelantó lo que habría de ocurrir en la demostración del voto automatizado que hizo la Junta Central Electoral a los miembros del comité Político.

Informó entonces que se presentaría una sola plancha. El encuentro lo inició Leonel Fernández y pasó la batuta a Pared que sometió la moción, y que fue aprobada de manera abrumadora.

La foto final fue toda una postal europea, con las manos atadas y levantadas como en los buenos tiempos y era de esperarse de una familia de Gascue.

Todos reían a gusto y con satisfacción, pues no hubo tormenta, la pesca fue buena y no fue necesario tirar las redes del otro lado de la barca.

La JCE auxilió adecuadamente y fue rigurosa en el control de la concurrencia.

Quien no llevó cédula o carné no pudo registrarse, además de que debía firmarse el volante impreso. Tanta fue la celeridad que se olvidó y quedó la abundante y diversa picadera.

Aunque no puede decirse lo mismo de las nueces (que dan seguidilla) y las botellitas de agua.

La opinión pública fue por más, y antes que película, un documental. Habrá que esperar una próxima convocatoria, y que se produzcan efectos especiales.