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ORLANDO DICE ...

Gases del oficio

Las declaraciones del arzobispo Francisco Ozoria y el Sermón de la 7 Palabras pudieran ser agua pasada por molino.

Nadie espera que de momento la Iglesia intente rematar, dar un tiro en la nuca, insistiendo en una posición más que obvia.

No hizo como la Gatica de María Ramos, sino que asumió un discurso que le ganó simpatía y acredita ante sectores que no son muy fervorosos. O con los cuales comparte rencores de años.

Lo que fascina ahora es lo que el poder pueda responder, si se solivianta o se repliega. La prudencia fue una prenda que la administración supo exhibir como un lujo. Ahora podría andar en harapos.

La situación, sin embargo, hay que verla en dos planos. El público y el privado. El público sería un manejo político; el privado religioso.

La Iglesia como confesión gusta del confesionario.

No es igual que el poder reaccione por boca del ministro administrativo José Ramón Peralta, a que lo haga convocando al Palacio Nacional a Geraldo Ramírez, el padre Jerry, enlace entre el Ejecutivo y la Iglesia.

Incluso el padre Jerry sería excelente mediador, ya que se le tiene como el pastor de almas de la casa del presidente Danilo Medina y persona de confianza de la primera dama Cándida Montilla.

Aunque para que esto sea posible, se supone que le quitarán a Roberto Rodríguez de Marchena su arma de reglamento, el beligerante Twitter.

El gobierno -se entiende- no va a pelear (ni loco que fuera) y la Iglesia, como institución de Estado desde los tiempos de Constantino, sabe que no debe abusar de la estaca. Ni máscara ni cabellera, aun cuando el Eugenio María de Hostos está remozado y engalanado con una estatua de Jack Veneno.

Además en las calendas no hay pendiente fiestas de guardar y para Tedeum habrá que esperar a febrero del año que viene. El arzobispo Ozoria y presidente Medina no tienen fechas ni motivos para verse la cara.

En todo caso, uno y otro podrían defenderse diciendo que son gases del oficio (escribí gases), y después que se inventaron las excusas, nadie queda mal.

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