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EN CÁMARA

Absurdos y disparates

Insinuar que la República Dominicana se encamina a una dictadura constituye un disparate de proporciones épicas y una ligereza irresponsable que frivolizan las características de ese tipo de régimen. Porque lo cierto es que, a pesar de sus arritmias, la democracia dominicana continúa transitando un proceso de consolidación que inició hace casi sesenta años. Y una muestra son los mismos episodios que esgrimen quienes asumen ese absurdo discurso. Tanto el relativo a las supuestas presiones sobre el presidente del Tribunal Electoral como el de la renovación de la Suprema Corte de Justicia.

Los adversarios del presidente Medina intentan desnaturalizar su esencia democrática, cuando sin embargo, han conducido los procesos de selección de miembros de Altas Cortes y de órganos constitucionales autónomos de forma más democrática y abierta que todos sus predecesores.

Para no retroceder mucho en el calendario, en el año 2011 Leonel Fernández, en su condición de presidente del Consejo de la Magistratura, designó en el TSE a personas con francos compromisos políticos. De esos magistrados, hoy tres forman parte de su equipo político. Y no se recuerdan muchas sentencias adversas a los intereses del expresidente, si es que alguna vez se emitió alguna. Además, escogió para presidir la Suprema Corte, a su amigo y abogado personal, Procurador y presidente del Indotel en su primer gobierno, y aseguró el control sobre la Segunda Sala, con dos jueces de su cercanía, que servían en su Gobierno.

Y entonces no se produjeron advertencias sobre la aparente deriva dictatorial de un presidente “con intención de controlar todos los poderes públicos”.

Danilo, en cambio, conformó un TSE sobre el que tiene tan poco control que prácticamente todos sus fallos son contrarios a sus intereses.

Y si bien nombró presidente de la Suprema a un colaborador, al menos, Luis Henry Molina tiene vínculos estrechos con la judicatura, cuya escuela dirigió por años. Y los demás, a excepción del altamente capaz magistrado Estévez Lavandier -cuyas proximidades no son precisamente con el oficialismo- son jueces de carrera, con excelentes desempeños.

Pero para algunos, ahora es que “el país se encamina a una dictadura”.

Se conocen los motivos de personajes de las iglesias, que no perdonan al Presidente su valiente compromiso con la despenalización del aborto en ciertas causales. Como se entiende a la oposición, que denuncia el control del PLD sobre los demás poderes públicos, mientras pierde elección tras elección. Lo inexplicable es que, ese discurso lo asuma la vocinglería leonelista.

Porque no es sólo que continúan “hablando mal del camello” y haciendo juego a los adversarios políticos del PLD. Es que esos loquitos no acaban de entender que con las heridas que provocan se estan haciendo un harakiri.

Porque muy a su pesar, una posible candidatura de Leonel no tiene posibilidad de ganar las elecciones sin el apoyo absoluto y decidido del presidente Medina.

¿Y si se mantiene el impedimento constitucional y Danilo no puede ser candidato? ¿Qué razones tendría para apoyar a quienes le denigran con saña y cuestionan su condición de demócrata? Es tan elemental, que hasta esos tarados deberían entenderlo. ¡Simplemente absurdo e inaudito!

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