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OTEANDO

Hay que reinventarse

Algunos políticos dominicanos, en vez de avanzar, retroceden como el cangrejo. Amén de que se anquilosaron en las prácticas y discursos de barricada de los años setenta, ahora caen en el uso de un lenguaje soez, evidenciando que su alejamiento del poder no obedece a que nadie le hace trampa ni que se enriquece desde el poder para utilizar sus recursos en impedir que aquellos lo accedan -como suelen argumentar-, sino que su suerte deviene de la aptitud crítica de un pueblo que ya hace tiempo advirtió su escasa vocación para gestionar el Estado en su nombre .

En sus últimos sesenta años de vida democrática la República Dominicana ha visto acceder el poder a varias formaciones políticas. Unas lo han ejercido más, otras lo han ejercido menos. Pero cada una dejó tatuada en la memoria de los ciudadanos su particular forma de gobernar, sus logros y sus fracasos, la firmeza o pusilanimidad observada a la hora de decidir cuestiones trascendentales para el avance del país, y por qué no, hasta la seriedad o chavacanería manifiesta en cada ocasión en que los ciudadanos demandaban respuestas serias a los problemas nacionales.

Así las cosas, cada dominicano que tenga sesenta años o más, recuerda la aptitud exhibida por los miembros más sobresalientes de esos partidos y los funcionarios que éstos eligieron para intentar “servir” al país, o sea, que a nadie sorprenderán los dinosaurios que aún pululan en la esfera política dominicana, a nadie engañarán, porque el pueblo los conoce, y más que admiración, despiertan en él repulsión .

Pero, no obstante, en ese bestiario -para tomar prestada la palabra a Julio Cortázar-, sobreviven algunos con aptitud intelectual para el Estado que, con solo hacer un poco de esfuerzo, pudieran tener oportunidades en nuestra política. Aún recuerdo cuando, no hace mucho, me acerqué a un político joven que sobresale en un partido de político por la actualidad de sus enfoques y la lucidez de su pensamiento y le dije: “oye, tú vas a ser presidente, administra mejor tu inteligencia emocional, tu lenguaje, tus reacciones”. Es alguien a quien quiero y admiro sinceramente, porque es hombre esencialmente bueno. No me ha hecho caso y aparece a cada momento echando pestes a amigos y adversarios, en una actitud que solo muestra desesperación y falta de cordura, olvidando la frase bíblica “Por sus frutos los conoceréis...”. Entonces, solo cabe la sentencia del refranero: “El que por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria”. El P.L.D seguirá gobernando.

El autor es abogado y politólogo.

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