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ORLANDO DICE ...

Yegua entre caballos

Los delfines entre comillas miraron al frente, pero no cuidaron los lados, y la retaguardia parece pasarlos y dejarlos atrás.

A Margarita Cedeño no la bendijo Leonel Fernández ni la ungió Danilo Medina, pero en las encuestas discute con ellos la principalía en el PLD y en el país.

Los porcentajes saltan, brincan y no se acomodan, pero en cada medición queda claro que no se le puede dejar fuera de competencia. O de fórmula, o de boleta.

No es asunto de desperdicio, sino de realidad política que se impone sola. ¿Cómo se explica que sin estructura partidaria tenga un espacio?

El fenómeno quieren explicarlo a partir de que fue primera dama con presupuesto y ahora vicepresidenta con gabinete social.

Sin malicia para ninguna y caridad para todas, piénsese en las primeras damas que la antecedieron. No se les conoció vocación política ni afanes de poder y se conformaron con ser esposa del mandatario.

Lo del gabinete social tampoco implica tanto, pues si fuera así, Rafael Alburquerque se hubiera acreditado igual y fuera un elemento a tomar en cuenta. La vez que quisieron inventar con él, no salió de la gatera. Tampoco puede atribuirse a contagio, al haber estado al lado de Fernández, pues este conoció momentos de baja, y sin embargo, su desgracia política no la tocó.

Vale recordar los versos de Aída Cartagena, una dominicana excelsa y cumbre en su tiempo: “No creo que yo esté aquí demás. / Aquí hace falta una mujer, y esa mujer soy yoÖ”. Incluso podría llevar más lejos su audacia y replicar a quienes no le reconocen identidad propia y la consideran súcubo de Fernández.

La poetiza hablaría de nuevo por ella: “Ahora puedo negarte. Retirarte mi voto”.

Hay cizañas que crecen solas, y la verdad que entre el Código Civil y la Constitución, Cedeño tendrá que decidir. Un contrato es un contrato que se anula por muchas razones: Incompatibilidad de caracteres, mutuo consentimiento.

En fin.

Lo que no se borra o se condiciona más que en determinadas circunstancias, es el derecho de elegir y ser elegida. La que en el pasado eligió o compartió en puestos menores, ahora quiere ser principal. Diría un machista que no es fácil ni propio de una mujer lidiar entre o con varones. La política de estos tiempos impone otros patrones, y cuando suelten los caballos, tendrán que incluir una yegua.

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