Perdonado y sanado

Maravillosamente amplia es la fe en Jesucristo para obtener sanidad física y espiritual; es tan grandiosa y poderosa, que hace desaparecer la más dolorosa enfermedad, así como rescatar, de la desesperación, a un alma sedienta de Dios. La curación de un paralítico en Capernaúm ilustra a la perfección la naturaleza de esta fe. En este milagro se mezclan las virtudes de la fe que sana y perdona los pecados.

Venciendo toda suerte de dificultades, cuatro personas llevan un paralítico a Jesús. El Maestro, al ver la fe de ellos, dice al inválido: “Hijo! Tus pecados te son perdonados”. Los escribas allí presentes dibujan en sus rostros toda la cólera que les provoca esta “blasfemia”. Por tanto, el Ungido, consciente de las cavilaciones, da al hombre la orden de que se levante y camine, y así sucede. La fe de aquellos amigos ha permitido al Señor probar su autoridad para perdonar pecado, mostrando su facultad para curar al enfermo. (Vea Marcos 2:1-12).