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EL CORRER DE LOS DIAS

El cadáver del brillo (y 4)

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

Y todo, brillo y sombra anduvieron juntos. Y alguno gritó, tal vez a destiempo, ¡Hágase la luz!, y por lo bajo ¡Hágase la sombra! Nadie adivina donde se escondió el uno y donde nace el otro. Donde y ¥porqué se producen las voces del Bla divino, o si en verdad es divino el Bla de los shamanes, los poetas, los predicadores y manejadores de la sombra y del brillo, mezcla confusa.

Todo brillo y toda sombra, por tanto, están dotados de la incoherencia de las religiones que hablan con los dioses, puesto que hay miles de dioses de todo tipo y estamos obligados a aceptarlos. El dios de cada uno domina el mundo. Pero siendo una creación del pensamiento ninguno de los mil dioses sabe de dónde vino la luz ni para qué sirve un manojo de yerbas, por perfumadas y curativas que sean. Sin embargo, estos “curiosos” tienen mayor poder que nosotros; leen los artículos de todos los periódicos y hacen resúmenes privados del bla, cansados de contar páginas y de variar adjetivos. Se puede contribuir a que el brillo o la sombra, desaparezcan cuando la soledad se haga comprensible. Nadie ha visto, sin embargo, el cadáver del brillo, nadie ha recusado la sombra de éste. Nadie ha dicho que la sombra del brillo es venenosa.

En las mañanas las palomas siguen reproduciéndose en las palmeras ya desaparecidas del “parquecito” Duarte, y los ruiseñores en los almendros de Norma cantan con desgano esperando nuevos brillos...y también otras sombras. Todos tienen la sensación de que también la sombra falta. Oculta, la que se transforma en brillos, pero también todos tienen la ignorancia cultural de ver el brillo como un juguete infantil aunque apareciese en Hiroshima dejando ciegos, sombra perenne, a centenares de niños. Herodes fue el primer infanticida colectivo, Harry S, Truman el segundo, pero existen muchos más. Lo cierto es que la sombra es solo un parte del Bla, un brillo oculto en papeles, la fracción oscura de todo cuerpo. Por ello un fragmento de nuestro cuerpo puede ser sombrío, y otra rutilante. El big bang interior que se expande desde el corazón revela que somos brillo y sombra a la vez. Por ello podemos hablar del brillo del saber, que es imperceptible materialmente, el brillo del valor, que lo es aún más, y la sombra de las ojeras de mujer en los boleros de Agustín Lara. Pero también analizar el brillo convertido en sombra de la ignorancia armada, cargada con “luces de Bengala” para destruir el universo que otros ha creado. La pregunta es factible. ¿Somos conscientes de cuál debería ser el futuro de estos brillos y si su presencia es útil a la humanidad? ¿Cuándo el brillo, su cadáver, será definitivamente resucitado? ¿Quién habrá de resucitarlo?

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