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DERECHO

¡Ante la Constitución, ejemplo!

Ante la insistencia del anillo de íntima y sentida amistad con el Presidente de imponer otra reforma a la Constitución por segunda vez consecutiva, el expresidente Leonel Fernández en forma intransigente y soldado a una eticidad incuestionable, ha sido un defensor resuelto de la Ley. Ha actuado con ejemplaridad democrática, sin personalismo protagonista, y sin desdramatizar la reforma, e incluso, ni siquiera la reelección misma, pues la promueve por el límite de una sola vez.

La Constitución es la manifestación física, la morfología, el comportamiento y al mismo tiempo la constitución genética del Estado.

Es el genotipo y fenotipo de la democracia; sus reglas y contenido es la información genética, su ADN.

Por tanto, cuando es atacada en sus estructuras surgen preocupaciones válidas, Fernández siente profundamente, con razón y, actuando como bombero, trataría de apagar el fuego político que deja la depredación constitucional que es en si una ausencia de virtud.

No puede propiciarse la desconstitucionalización.

Hay que consolidarla con el sacrificio y el precio que haya que pagar. Ella es la base de los derechos de las personas y del poder. Pero las reformas, cuando se hacen para beneficio personal, son verdaderos remedios mágicos para sus promotores pues aun no reúnan la mayoría cualificada la construyen, aunque terminen debilitando la democracia.

Le huyen al plebiscito como el diablo a la cruz ---¡siendo tan populares!-- - Que conste, las reformas son necesarias en materia de derecho de la población (voto de la mujer, la edad, límites al mandato, etc.), sin embargo, cuando no se cumple con su contenido civilizatorio terminan en un poder distorsionador.

Tenemos que desterrar, que expulsar estos sobresaltos políticos constantes, estos espasmos y tensión insoportables desde que se alcanza el poder. Son 165 años (en 1854 se hizo la primera reforma a la de 1844) mezclando fórmulas mágicas que no han ayudado a formalizar una buena democracia. No hemos podido hacer cumplir con seriedad respetar la Constitución, se imponen los alquimistas políticos, y he aquí lo grave, lo traumático.

El gobernante dominicano más anticontinuista terminó creándonos un trágico resultado: nos legó la tiranía, ¡y hasta hoy!, nos llegan imágenes que evocan ese deplorable patrimonio.

A nuestro juicio el presidente Medina enfrenta la dificultad de elegir entre dos males (plebiscito o reforma). Está atrapado entre “Caribdis y Escila”, como nos narra la mitología griega. No saldría ileso si desafía los límites constitucionales.

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