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PASADO Y PRESENTE

La génesis nacional (II)

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

Es un hecho comprobado que el movimiento político acaudillado por José Núñez de Cáceres, “inteligencia bien cultivada, de relevantes dotes de carácter, idóneo para regir colectividades” -según Federico García Godoy-, no tuvo respaldo popular debido a que fundamentalmente se trató de un proyecto eminentemente elitista. Con razón, el historiador Pedro Troncoso Sánchez consideró que la llamada “indepedencia efímera” fue prácticamente obra de un solo hombre “a quien el pueblo ni siguió ni no siguió y apenas si se dio cuenta de lo que había ocurrido”.

Hacia 1821 el pueblo dominicano apenas llegaba a 100,000 habitantes y geográficamente se hallaba fragmentado en tres regiones divorciadas una de la otra, como si se trataran de diferentes colectivos. No existían medios eficaces para, en tiempo prudente, sensibilizar a la mayoría respecto de cualquier proyecto político que se propusiese romper los lazos de dependencia con España con el fin de crear un Estado nación libre e independiente.

En su carta respuesta a Pedro Henríquez Ureña, que tituló “Génesis Nacional”, Federico García Godoy, al analizar el proceso mediante el cual entre los dominicanos “tomó forma el ideal de la independencia”, consignó que para 1821 entonces el medio no estaba preparado para asimilar el alcance y significación de un proyecto político de tal envergadura, concluyendo que la aspiración de independencia solo vivía y medraba “en el espíritu abierto y culto de un número de individuos” en virtud de que la masa, la mayoría, estaba “enteramente satisfecha con su existencia tranquila y vegetativa.” En suma: no había compenetración de la idea con el medio.

Para que se produjeran las condiciones históricas objetivas y subjetivas que posilibitarían el surgimiento de la idea nacional, el autor de “El derrumbe” juzgó preciso que el pueblo dominicano transitara por un camino repleto de obstáculos y sinsabores.

De esa manera, fue el advenimiento de un trauma colectivo de la magnitud de la dominación haitiana, “repulsiva y ominosa, poniendo de frente, en perpetuo rozamiento, intereses étnicos, morales y económicos, que por virtud de ciertas leyes sociológicas no podían fundirse”, el fenómeno que el 16 de julio de 1838, tras la instalación de la sociedad secreta La Trinitaria, hizo posible que aflorara, “en la conciencia colectiva por medio de la propaganda seria y metódica”, la idea de la independencia nacional.

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