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EL BULEVAR DE LA VIDA

Incitación a la dictadura

Uno lo había advertido mil veces en mil bulevares y dos lamentos, pero fue don Carlos Fuentes quien -antes de decirnos adiós en su andar por este mundo- tuvo el detalle de recordarnos que la pobreza “es la peor infamia de una sociedad”.

Lapidaria frase que acompañó con esta advertencia: “si no se paga la deuda social acumulada, a la América le llegará la nostalgia autoritaria”, lo que en significa que debemos continuar disminuyendo la pobreza, aumentando las oportunidades, mejorando la calidad de los servicios públicos, estableciendo ¡Ya! el sistema nacional de salud de atención primaria, y que las ARS se quejen lo que quieran quejarse, al fin, desde que los españoles cambiaban espejitos por oro a los indígenas, en el país no se había hecho un negocio más redondo, y a sus escandalosos márgenes de ganancia me remito.

De lo que se trata ahora es de hacer lo que se tenga que hacer, -incluso aplicar las leyes-, para evitar que se aparezcan “esas ganas de morirse” que a veces les llegan a los pueblos, y surja un coronel enamorado, pero no de la gloria como aquel de abril ¡Francisco Alberto, Caramba!, sino del infierno de una dictadura y sus horrores. (Y si le resulta cara la democracia, pruebe a vivir en una dictadura y ya me dirá.)

El asunto es sencillo. Mientras más fallamos en construir una democracia sin comillas, más se democratiza y entroniza la corrupción como un elemento de la cultura nacional, y más crece la nostalgia trujillista, que tiene Fundaciones, publica libros de homenaje y chulería celebrando al perínclito y por tener, ya tiene hasta un nieto gringo y desvergonzado que por ahí anda aumentado su popularidad en un “pueblo blanco” (a lo Serrat) que se ha quedado sin camino, ay como a veces los amores se quedan sin luz... y llega el invierno.

El innombrable nieto no proclama la nueva buena de la esperanza, sino la mala vieja de las cavernas del abuelo. Estamos a tiempo.

Enfrentemos “la infamia de la pobreza”, como forma de evitar que desde la nostalgia autoritaria nos llegue un Rafael Leonidas con Facebook y un alma en pena, perfumada de ataúdes y decorada con sepulcros blanqueados. Si “lo atroz de la pasión es cuando pasa”, lo mejor de una dictadura es cuando muere. Evitemos que nazca.

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