Símbolos que no signifi can nada

Parece mentira que en un mercado cada vez más global, más tecnológico y de cambios permanentes, todavía tengamos en el país partidos y grupos políticos con símbolos del siglo pasado.

Hablamos de emblemas que nada le dicen y nada le comunican a un público que ahora es mayoritariamente urbano.

Una agrupación política que responde a una identidad corporativa vieja es una entidad atrasada y desconectada de los códigos que tienen sentido para la gente de este tiempo.

La observación me la hizo el reconocido periodista, escritor y asesor político Darío Cuba, quien se preguntaba si los muchachos de hoy pueden relacionar a un buey, a un gallo, a un “jacho” o a una mata de plátanos, con un partido político, en esta era del YouTube, FaceTime y de los carros eléctricos.

A ningún profesional del marketing de este tiempo se le ocurriría apelar a simbologías que estén divorciadas del público con el que pretenden conectarse y seducir. Los principios modernos del posicionamiento no admitirían estos dislates que no tienen asideros conceptual.

El criterio que debe imperar en los partidos es el mismo que prevalece en las empresas comerciales: las marcas, a través de sus simbologías, deben transmitir valores diversos que vienen dados con sus colores, con sus emblemas, con su tipografía, etc.

Al parecer hace falta una revisión profunda en la identidad de muchas agrupaciones políticas con miras a replantear los conceptos iconográficos de los símbolos que presiden su imagen.

La identidad de un partido no solo está determinada por la personalidad de sus líderes, por su discurso, por sus valores éticos, por la capacidad de sus dirigentes, sino también por todo lo que proyecta el símbolo que le preside.