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FE Y ACONTECER

“Parábola del Hijo Pródigo”

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

El cuarto domingo de Cuaresma, corresponde al Domingo “Laetare” denominado así debido a las primeras palabras del introito de la Misa, “Alégrate, oh, Jerusalén” o en Latín “Laetare Jerusalem”. Se acerca la Fiesta de la Resurrección que nos invita a fijar nuestra mirada en Dios, fuente de infinita Misericordia.

a) Del libro de Josué 5, 9a. 10-12.

Una vez quitada la vergüenza de Egipto, mediante la circuncisión, el pueblo celebra la Pascua que no había vuelto a celebrarse desde aquella noche en que sus padres salieron de Egipto. El Santuario y las fiestas celebradas en Guilgal son como las primicias de la nueva etapa que se abre en la historia de la salvación.

b) De la II Carta de San Pablo a los Corintios 5, 17-21.

San Pablo ha defendido la autenticidad de su misión entre los Corintios contra los oportunistas y falsos apóstoles que la estaban socavando con críticas y difamaciones. Él desea la reconciliación, como mediador de la fe de su querida comunidad, por eso al escribirles insiste: “Si uno es cristiano, es una criatura nueva... Dios estaba por medio de Cristo, reconciliando el mundo consigo,... Déjense reconciliar con Dios...”.

Este paso de lo “antiguo” a lo “nuevo” es concebido por San Pablo como una “reconciliación radical con Dios” que afecta no solamente a las conductas individuales “antiguas”, sino que está inaugurando la fase definitiva de la Historia de la Salvación. Es la vuelta del destierro a un cielo nuevo y a una tierra nueva.

c) Del Evangelio según San Lucas 15, 1-3.11-32.

El Evangelio nos presenta la parábola del Padre Misericordioso. Sus primeros destinatarios fueron los fariseos y los letrados, que criticaban a Jesús por tratar con publicanos y pecadores. Su mensaje central es la misericordia de Dios, que tiene dos partes bien diferenciadas: la primera corresponde al hijo menor (vv. 11-24) y la segunda, al hijo mayor (vv. 25-32). El padre de ambos, mencionado 14 veces, completa el trío de los protagonistas e interviene relevantemente en ambas partes.

El hijo menor exige su herencia, fracasa y retorna. El padre lo recibió con inmensa alegría, sin recriminarle su conducta, restableciéndole en su condición de hijo, celebrando con un banquete su retorno, festejando así el regreso y la reconciliación del hijo perdido. El hijo mayor se queja del padre, del hermano y se niega a participar en la fiesta. La protesta del hijo mayor nacía de la envidia, del egoísmo y de la intransigencia y no del sentido de justicia y honradez.

Esta parábola del hijo pródigo o del padre misericordioso tiene su culminación en el abrazo gozoso de reconciliación del padre con el hijo menor que vuelve arrepentido. Así es Dios, tan lleno de misericordia y de amor. Podemos afirmar que esta parábola es la escenificación de la misericordia de Dios, significado en el padre; es un canto al amor perdonador de Dios; es la síntesis de la Buena Nueva de Jesús, es una bella radiografía del corazón de Dios Padre, de sus hijos los hombres y de los hermanos entre sí; es, en suma, una muestra esplendorosa del gozo de la reconciliación.

Fuente: B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra. Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo.

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