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EL CORRER DE LOS DÍAS

El cadáver del brillo (3)

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MARCIO VELOZ MAGGIOLOSanto Domingo

En su volumen IV del texto esotérico conocido como el Bla, o la Inconsistencia del “Aquello”, se manifiesta, para sus creyentes, el llamado “algo”, resumen y contraste sonoro e imprevisto de “la existencia sin nombre verdadero”. Todo nombre es una impostura, como todo brillo, la Tierra no se llama Tierra, ni el Relámpago es Relámpago, ni el descubrimiento de la energía, energía, experimento de un Tesla olvidado, que hace que investigadores inteligentes hasta cierto punto, insistan en que han de encontrar la quinta y sexta parte dl verdadero nombre del Bla, copia fundamental de la primera. O se la del Bla esencial, oculto parpadeo de luminosa gaguera; el Bla-Bla-Bla cuyo significado es totalmente cuántico y siempre incomprensible aunque previsto, dada su posibilidad de existir. Todo lo que amenaza con reproducirse, ya es la vida misma.

El bla que huyendo de otro bla, ya menor, ya mayor, tropieza en el vacío, no muere, se acurruca esperando el retorno que un día le hace frente. El idioma de Dios son sus hechos, y sus palabras sueltas, promotoras del brillo y sombra anexas promueve palabras y brillo que viven como mandatos necesarios.

El bla menor destruye aspectos del Bla suprior deglutiendo las letras minúsculas del alfabeto. ¡Todo “aquello” es un bla! No tiene sentido mientras no se descubre su identidad verdadera. El Bla viene del “HaBla, HaBlar” sandeces con mayúsculas intermedias cargadas de incoherencias es la forma dialogante del Bla. Todo “algo” es Bla cuando es elevado a la quinta potencia del mismo modo que todo perro ladra cuando desea practicar su fracasada intención de dialogar. En toda vida futura se prescribe la caída, puesto que es sabido que, en su desprendimiento, el capullo de la mariposa, con su piloto dentro, ¡fue el primero en pensar la forma que podría tener un paracaídas! Cayendo descubrió una personalidad nueva para el “aquello”.

Los “aquellos” y “algos”, pensamientos sin nombre, se propagaron y esta vez convertidos en tela flotante descubrieron el interior brillante que la propia caída señalaba.

Atascado el piloto buscaba Blas congelados en el pico más alto del Nepal, cumbre de Himalaya, durante las noches “soleadas” del mes de junio y los gurús del mundo se reunieron para determinar cuál era la personalidad de la luz que pudiera estar contenida en el Bla, porque toda palabra, siendo aún logos vacío, tiene importancia capital, y nos reunimos para contender sobre el saber que acompañaba las formas que sin la presencia humana tendrán las primorosas noches con soles inclementes escapados del frío sin disecarse, revoltijo de edades donde los meridianos serían los paralelos y viceversa.

Entonces pasamos al sue- ño dirigido con las tinajas anaranjadas fermentando universos, momento en el cual dijo el dueño del “aquello “y del “algo” que en las voces y franjas de cualquier bandera, “puede haber algún pueblo aprendiendo a morir”.

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