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La soberanía

Uno de los tópicos más complejos a la hora de ser abordado en este mundo moderno es el de la soberanía. Se supone que todo estado independiente, puede y debe, dentro de su territorio, establecer leyes y normas que le permitan regir su destino a su mejor entender, pero no siempre es así.

Como todo derecho, esto se matiza, ya que en este mundo hay países que condicionan a otros por diversas vías: militar, económica, social. También, desde que uno decide formar parte de un organismo multilateral (ONU, OEA, Banco Mundial, FMI, OIT), debe ceder parcelas de soberanía, ya que esos entes se imponen al parecer de los países miembros.

Pero hay cosas que son inadmisibles. Hará cosa de pocos días, una turba de nacionales haitianos que se encontraba manifestándose en las cercanías del poblado de El Carrizal, en la provincia de Elías Piña, al ver que los dominicanos empiezan a levantar una verja para regular el comercio y la migración, empiezan a agredir con palos y piedras a la guarnición dominicana que protegía la obra.

Ello provocó que, ante la andanada de tiros y piedras, miembros del Ejército de República Dominicana, en defensa de sus vidas y del territorial nacional, tuviese que disparar en contra de la muchedumbre agresora, hiriendo a dos nacionales haitianos, quienes se replegaron a su territorio.

Ya han empezado voces pidiendo castigos contra los asesinos dominicanos, pero, pienso yo, fueron demasiado prudentes. Haití tiene como política de Estado, desde hace muchos años, la migración forzada de su población, y por eso no le garantiza ningún derecho a la mayor parte de sus habitantes. No tienen documentos, educación, salud, no tienen nada. A esas cosas sólo tiene acceso un mínimo porcentaje de la población.

Entiendo que Haití es nuestro vecino insular y que por solidaridad cristiana debemos ayudarles, pero ayuda no quiere decir asumir las necesidades de ese pueblo. Nuestro país es un Estado pobre, con miles de carencias y precariedades y no estamos en condiciones de cubrir las necesidades de nuestra población y menos la de los haitianos.

Debemos empezar a actuar con firmeza. Debemos reforzar las defensas en la frontera e incentivar la economía de esa zona para evitar que se despueblen secciones enteras, ya que las mismas son ocupadas luego por inmigrantes ilegales.

Y si es necesario, aunque entiendo que el muro más efectivo es de nuestros soldados y de nuestras riquezas, si hay que construir un baluarte defensivo, hagámoslo, ya que será un precio a pagar por nuestra existencia como nación independiente. Y también debemos de tener diplomáticos de carrera, preparados, y con amor patrio, que defiendan nuestros intereses en esos foros, y que puedan empezar a revelar la verdad de la historia.

Todos defendamos la patria y, con respeto y prudencia, hagamos que nos respeten en playas extranjeras. Así nos reconocerán como Estado verdaderamente soberano.

Autor: Doctor Néstor Saviñón

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