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MIRANDO POR EL RETROVISOR

La insensibilidad ante las cifras

Un estudio divulgado el pasado jueves por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) revela que la mayoría de los jóvenes en la región muere por homicidios, accidentes y suicidios.

República Dominicana está entre los países de América Latina y el Caribe donde se han incrementado las muertes de jóvenes por esas causas que pueden evitarse, o sea, son prevenibles.

La OPS indica en su estudio que los países con mayor aumento de las tasas de homicidio en hombres fueron República Dominicana, Belice, Honduras, México y Perú.

Los mayores incrementos de las tasas de mortalidad por accidentes viales se registraron en República Dominicana, Argentina, Aruba, Dominica, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Uruguay.

El año pasado se suicidaron 540 personas de uno y otro sexo en el país y en la última década el promedio ha sido de alrededor de 600 por año, la mayoría personas en edad productiva, según las cifras suministradas por las autoridades. También en este renglón República Dominicana está entre las naciones con mayores registros junto a Argentina, Cuba, Honduras y Puerto Rico.

El estudio de la OPS, que abarca a 48 países y territorios, establece que la mortalidad juvenil se ha reducido “ligeramente” entre 2000 y 2015 en América, donde los 237 millones de personas de entre 10 y 24 años representan la cuarta parte de la población total.

El informe destaca que más de la mitad de las 150,000 muertes anuales de jóvenes, con edades entre 15 y los 24 años, son prevenibles.

¿Por qué entonces no se ha logrado prevenirlas?

Carissa F. Etienne, directora de la OPS, citada en el comunicado emitido para presentar el informe nos da la pista. Ella refiere que si bien se han hecho progresos en toda la región para garantizar un mayor acceso a servicios de salud, muchas de las intervenciones para evitar que los jóvenes mueran antes de su tiempo están fuera de ese sector.

Siempre he planteado que las cifras son frías, impresionan a pocas personas y terminan siendo un mero instrumento de registro que se acumula año tras año, sin que se definan políticas públicas y reformas, incluida la Ley 87-01 de Seguridad Social, para atacar con eficacia los males que en un momento retratan.

En el sector salud se requiere evaluar estas cifras y definir las medidas que deben adoptarse para enfrentar con urgencia los problemas de salud mental que abaten actualmente a la mayoría de los niños y adolescentes.

Son males que ameritan el mismo tratamiento que se da a enfermedades como dengue, malaria, diabetes y las cardiovasculares, todas causantes de menos muertes que los homicidios, accidentes y suicidios.

Es importante, como expone la OPS en su informe, que las autoridades del sector salud trabajen con las familias, las escuelas y en las comunidades para identificar y abordar las normas sociales que afectan la salud física y mental de los jóvenes, expuestos ahora a una presión adicional por el uso extensivo de las modernas tecnologías de la comunicación y de las redes sociales.

Finalmente, ponga atención a estos números que arroja la investigación de la OPS y que a mí me resultan aterradores. El porcentaje de estudiantes de 13 a 15 años que consideraron seriamente suicidarse osciló entre 14,8% en Centroamérica y 20,7% en el Caribe de habla inglesa, mientras el de estudiantes que intentó realmente quitarse la vida varió entre 13,2% en Centroamérica y 18,0% en el Caribe.

Son números que pueden parecer fríos, porque lamentablemente las cifras suelen impactarnos más cuando somos directamente parte de ellas o con una persona allegada.

La sociedad está llamada a brindar su mejor esfuerzo para evitar tantas muertes prevenibles de jóvenes agobiados, ignorados y sin respuestas a sus angustias, incluso en su entorno más íntimo, sin esperar a que las cifras nos toquen de cerca para entonces sensibilizarnos.

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