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PENSANDO

Triste realidad

La convulsión social de estos tiempos es producto del hambre, la miseria, y, sobre todo, el saqueo de los Recursos Naturales de los países tercermundistas. El afán de las grandes potencias y voraces multinacionales de controlar en materia geopolítica los Recursos Naturales de nuestra región es comparable con el desbastado Continente Africano. Solo sabemos del continente negro por su increíble naturaleza, por sus guerras étnicas, hambrunas y las desgracias de todo tipo. Los medios reflejan de los líderes políticos su brutalidad, asesinatos, corrupción y analfabetismo, pero detrás de todo esto no se proyecta la responsabilidad de determinadas potencias mundiales de auparlos y llevarlos al poder político y así proteger sus intereses económicos en su zona. Lo mismo ocurre con los grupos armados en conflictos, financiados y protegidos por multinacionales e intereses económicos. En realidad la razón es simplemente la lucha por los recursos naturales y su explotación. Me pregunto, ¿será el caso del oro dominicano en la frontera? ¿Y la conspiración desestabilizadora que se nos viene encima? Obviamente que en el caso dominicano los promotores jamás sufrirán la violación de sus hijas, ni la amputación de sus miembros, ni el hambre, ni la desesperación, ni mucho menos tendrán que ceder su territorio. Todo lo contrario. Sus hijos estudiarán en las mejores universidades, tendrán dinero y prestigio y ni hablar de una vida llena de comodidades. Claramente los grandes planificadores de la globalización capitalista llegaron a la conclusión que lo más importante no es la gente común y su identidad como país, sino que viven sobre grandes yacimientos de minerales: oro, diamantes, petróleo, gas, etc. Y naturalmente, controlan la migración de estos ciudadanos de tercera clase hacia sus países bien delimitados y efectivamente controlados por sus leyes migratorias. Se deduce que el resultado final es la huida de estos desamparados del sistema por motivos altamente justificados, como “la pobreza”, que arrastra los demás problemas que acarrean, de tipo cultural, sanitario y social, como si se tratara de una “colonización pacífica”. Terminamos sometiéndonos al escrutinio de todos nuestros lectores y le decimos... “sea usted el jurado”.

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