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IDEANDO

Anthony Ríos

Era un loco adorable. Un loco sublime. Un loco cariñoso. Un loco lleno de cordura. Un loco pensador que a veces impresionaba con algunas reflexiones que lucían por encima de su nivel de instrucción. Es decir, él era un loco ilustrado. Por tanto, no se trataba de un loco cualquiera: era un loco especial, de buen trato, ameno, que se ganaba el aprecio de la gente con mucha facilidad.

Triunfó en la música, en la actuación, en la composición de canciones, en la locución y en la conducción de programas de tv.

Sus locuras lo llevaron a la literatura y su novela Sangre en Jarabacoa era una muestra de su gracia y talento hasta para escribir.

Sus éxitos musicales le van a consagrar.

En él se daba una condición extraña en términos de simpatía: era admirado por los de abajo y aplaudido por los de arriba.

Escribió su epitafio en vida: vivió como quiso. Narró sus pasiones en vida: puso música a sus vivencias.

Tanto su voz, su estilo, sus canciones, sus anécdotas, sus ocurrencias y amenidad en el escenario, se quedarán por siempre en el recuerdo de esta generación.

A él no solo lo llorarán sus amigos y sus amores, todo el pueblo se vestirá de luto sincero para expresar su pena.

Adiós viejo amigo.

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