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Baní y las drogas

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JOSÉ MIGUEL GERMÁNSanto Domingo

En Baní no hemos acabado con el tráfico de drogas por medio de la unidad que se ha dado entre las organizaciones cívicas, las autoridades civiles y militares y la justicia. Tampoco acabamos en los años 70 con la gubernamental Banda Colorá, cuando el abogado Benavides Báez y el senador reformista Nelson Franjul encabezaron un nutrido grupo de ciudadanos que los repajilaron de Baní.

Aquél fue el detonante del inicio del fin de esa banda paramilitar dedicada al asesinato de opositores políticos, que a partir de ahí comenzó a disolverse.

Ahora, el apoyo de la población banileja a la exitosa caravana organizada y convocada por Alianza Banileja y la Oficina Senatorial de Peravia, ha demostrado que ya Baní perdió el miedo y que vamos por el camino correcto. Escuchando las declaraciones del presidente Medina sobre el narcotráfico, del director de la DNCD y otras autoridades civiles y militares, leyendo los editoriales del Listín Diario y escuchando el clamor del Arzobispo de Santiago y del Obispo de San Juan de la Maguana, nos damos cuenta que ahora como aquella vez de la Banda Colorá, Baní le está marcando al país la ruta a seguir para lograr el inicio del fin de la venta pública de drogas.

¡¡¡No nos rendiremos!!! Somos un pueblo con una bien ganada fama de gente trabajadora y con grandes valores patrios y cívicos y no permitiremos que nos sean arrancados por un grupo de antisociales.

No somos ingenuos, sabemos que las drogas no se van a acabar rompiendo puntos de venta de drogas con una pala mecánica, ahora bien, lo que si se ha comprobado es que con ese mensaje que enviaron las autoridades policiales y judiciales, con todas las medidas que han seguido tomando y con el apoyo de la población manifestado en la caravana “Baní se levanta. No más delincuencia”, se ha eliminado la venta pública de drogas y se han reducido casi hasta desaparecer, los cotidianos atracos y robos. No es lo mismo robar un celular o una motocicleta e irla a cambiar a los cinco minutos públicamente por drogas a un punto, que tener que ir con su cédula a negociarla a una compra venta porque los vendedores de drogas están siendo perseguidos hasta en los ríos y cañadas donde están escondidos.

No es lo mismo para una ciudad como Baní que se vendan drogas públicamente desde una ventanilla y con cajeras, como si fuera en un banco, en lugares conocidos por todos, que hacerlo debajo de un árbol en un monte oscuro.

No es lo mismo para un pueblo como Baní, escuchar un vídeo promoviendo públicamente “la buena calidad” de la marihuana vendida por un punto de drogas, que ver familias enteras, en el corazón mismo del barrio, saludando y apoyando una caravana contra la delincuencia y las drogas sin ningún temor a represalias porque saben que los delincuentes están huyendo.

No es lo mismo que un delincuente vaya al patio del cuartel de la policía a dar órdenes a miembros del DICRIM o el DICAN, que verlo en la cárcel o huyendo a la represión policial.

Y todo eso es fruto de las denuncias de Wilton Guerrero, el empoderamiento de más de 100 organizaciones banilejas, la reciedumbre y rectitud del General Then, la honestidad de la cabeza del Ministerio Público en Baní y el apoyo de la prensa nacional.

Los banilejos no podíamos ya esperar más, no podíamos sentarnos a esperar la ejecución de hermosos planes y teorías mientras se dañaba nuestra juventud.

El ejemplo de Baní es el camino a seguir: autoridades policiales honestas y decididas, justicia sana y una población que las apoye.

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