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EL DEDO EN EL GATILLO

Cámaras de seguridad

Solo he sido asaltado en dos ocasiones en mi vida. Y ambos ocurrieron en Santo Domingo, en la década de los años noventa. En los dos casos, el atraco no se debió a mi ingenuidad ciudadana, sino a la ausencia por ese entonces de cámaras de seguridad en lugares estratégicos para detectar el rostro de los comisores del hecho, y llevarlos ante la justicia.

En aquel entonces, la delincuencia no tenía el auge de hoy, ni usaba el método del motoconcho. Eran simples ciudadanos sin ingresos suficientes para sobrevivir, que lo mismo sustraían ropas de un supermercado, o libros para la educación de sus hijos. Aunque el robo es robo ya sea azul o amarillo, y quien lo comete merece un castigo ejemplar, lo cierto es que en aquel entonces las ambiciones personales de sus ejecutores, en la mayoría de los casos, no incluían actos de violencia extrema contra los ciudadanos elegidos para el atraco.

El pasado año cuando la Fundación Tzu Chi me costeó un chequeo médico en la hermana República de Taiwán, presencié por un noticiario local un hecho que me llamó la atención.

Una transeúnte encontró en plena vía pública una cartera abandonada, llena de billetes y documentos. La mujer recogió el hallazgo y, en la próxima esquina, extrajo todo el efectivo, lo guardó en su bolso y echó el resto en el primer zafacón que se alzó ante su vista.

No sabía esta joven que varias cámaras de seguridad captaron el hecho. La policía, de inmediato, acudió al zafacón de marras, recogió los papeles, identificó a su dueño, lo citó a la estación más cercana y le informó lo sucedido. También le mostró los videos captados por las cámaras de seguridad.

En poco tiempo, el noticiario estelar de la televisión taiwanesa difundió la noticia y los videos. Y el dueño de la cartera grabó un ultimátum que obligó a la joven a acudir a las autoridades con la cabeza baja a devolver hasta el último centavo: “Sé quién es usted, y puedo someterla a la justicia. Pero si me devuelve todo mi dinero, le aseguro que no lo haré. Y esa será también mi recompensa”.

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