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OTEANDO

Danilo Medina, referente moral

Desde que se destapó el escándalo Odebrecht muchos son los que, con saña, han querido o intentado lograr que al Presidente de la República se le involucre en las averiguaciones que atañen al mismo. Y no faltan quienes amenacen con que, algún día, será llevado al banquillo para que dé cuenta de lo sucedido. El presidente siempre ha respondido retando a que les demuestren -con una “sola prueba”- que ha tenido algo que ver con eso.

En América del Sur hay varios ejemplos de funcionarios presos, tambien un presidente, otro gobernante tyuvo que renunciar, como resultado de implicaciones en este y otros casos de corrupción. Todo eso fue el resultado de que los participantes en los acuerdos de lenidad y cooperación premiada que operó en el mismo. mencionaron a aquellos como participantes en las operaciones delictuosas. De Danilo Medina nadie se atrevió a decir nada y esto así porque nada hizo. De lo contrario, hace tiempo que estuviera colocado vivo en la pira.

La razones para desear que a Danilo se le meta en el expediente son obvias, Danilo es el Presidente de la República, pero no un presidente cualquiera. Danilo es un presidente que cuenta con el aval que le otorgan el atesoramiento de un sueño alcanzado y el desempeño de esa investidura a la altura de la más completa probidad y transparencia, adornando esto con un trabajo permanente en los asuntos en los que debe estar concernido por la naturaleza de su cargo y ratificado por la estima que ha ganado de su pueblo, tal como lo revelan las mediciones sobre su valoración.

La cosa no es para menos, si la analizamos desde la perspectiva de una oposición política que no da “pie con bola” en lo que tiene que ver con la construcción de una mayoría que desplace al PLD del poder. Saber que en Palacio existe un hombre con el grado de aceptación de Danilo Medina aterra al más avezado de los políticos y al más valiente de los opositores, pues el presidente hace diariamente el trabajo que asegura que el PLD no será desplazado del poder; y lo hace, no solamente con ese objetivo -y ni siquiera pensando él-, sino porque tiene una verdadera vocación para trabajar por su pueblo, con la convicción de que, quien atiende los asuntos del poder, debe dedicar éste a la noble causa de la utilidad y el bien comunes, de modo que ese poder no sea padecido, sino disfrutado por los ciudadanos.

Danilo se constituye así en un verdadero referente moral para las presentes y futuras generaciones; por eso nadie lo ve afanarse por otra cosa que no sea la consecución de una vida cada vez más digna para cada dominicano -obvio que esa no es meta alcanzable de golpe y porrazo en un día, por ningún gobierno ni ningún presidente-; por tanto, mientras en el país muchos políticos padecen ese insomnio propio de quienes nada han hecho y nada harán, Danilo avanza con pasos firmes y rumbo definido hacia su única meta, el avance seguro de su pueblo en todos los sentidos positivos imaginables.

Es más, el presidente es tanto un paradigma moral, un símbolo de garantía de que donde él está nada malo puede ocurrir, que hasta la defensa de un imputado del caso Odebrecht esgrime, con aparente pretensión de absolución, la simple coincidencia de éste con su defendido en un viaje a Brasil en procura de financiamiento para la ejecución de una obra.

Y más aún, el propio imputado dice que el solo hecho de que viajaran juntos “ hecha una vez por tierra el tema de que hubiera algo malo” (Sic). Obviamente que todos conocemos el dicho del refranero de que “no es lo mismo “juntos que reburujao”, sin que con esto quiera yo, en lo absoluto, atribuir culpabilidad a dicho imputado, sino que deberán ser los tribunales los que decidan si él tiene o no implicación en el caso. Lo que esto sí evidencia es que, la figura de Danilo ha alcanzado un sitial tal elevado en tanto paradigma moral, que hasta su paso caminando por un lugar lo purifica.

El autor es abogado y politólogo.

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