Indice de democracia 2018

La prestigiosa revista británica The Economist realiza todo los años un minucioso estudio sobre las condiciones de la democracia a nivel global, subrayando su calidad en cada país del mundo. En su edición más reciente, del año recién pasado, el Índice de Democracia 2018 evaluó a 167 naciones, otorgándoles calificaciones que van desde 0 hasta 10, considerando como democracias plenas las que obtienen puntuaciones por encima de 8. En este esquema de altas condiciones de plenitud solo se vive el 4.5% de la población del planeta.

Pero muchos se preguntarán, ¿cuales criterios son tomados en cuenta para calificar como plena a una democracia? La unidad de inteligencia de la revista examina alrededor de sesenta indicadores, los cuales podrían resumirse en los siguientes: El primero y mas obvio es que las elecciones sean libres, transparentes, justas y plurales; que los ciudadanos participen de manera activa en el proceso político y de toma de decisiones; que los gobiernos funcionen con sus tres poderes, sirviéndose de contrapesos; que existan libertades y prerrogativas ciudadanas; y que los gobernantes tengan una base significativa de legitimidad o reconocimiento de su propia gente.

Noruega continúa encabezando la lista, seguida por Islandia, Suecia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Canada, Irlanda, Finlandia, Australia y Suiza, para completar las principales diez naciones. Y en que posición se encuentra nuestra República Dominicana? Nos ubicamos en el número 61 con una puntuación de 6.5, habiendo retrocedido seis puestos con respecto al 2017. Somos catalogados como una democracia imperfecta, obteniendo un 5.3% en funcionamiento de gobierno y un 5.0 en cultura política.

Quizás algunos pensaran que llegar al grupo de las democracias plenas es una utopía o simple quimera. Pero The Economist nos señala los puntos débiles a trabajar, como lo han hecho algunos países que han ido de menos a más. Nosotros también podemos. En nuestras propias manos esta la decisión de dar un giro hacia gobiernos dominicanos más funcionales y hacia una cultura política más transparente, sana e institucional.