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CRISIS

Tras el concierto, la confrontación del 23F en Venezuela

Este jueves sale Guaidó en caravana hacia la frontera a recibir la ayuda solicitada a la comunidad internacional y, desde luego, empiezan los tambores políticos su guerra mediática; aparentemente mañana, a través de un concierto fronterizo y, el sábado 23, mediante el paso o no, de los medicamentos y alimentos acumulados, donados por Estados Unidos, los europeos y Chile. Maduro bloqueó el tráfico, aéreo y marítimo, desde los territorios de los Países Bajos (Curazao y Aruba); todavía no hay evidencia de acciones relativas a Brasil, en Roraima en donde también se ha guardado medicinas.

La atención está centrada en el amplio Puente Simón Bolívar que comunica con Cúcuta San Antonio y que por las dificultades políticas entre Venezuela y Colombia, ni siquiera ha sido inaugurado oficialmente.

Miles de personas cruzan desde San Antonio, cada día, a proveerse de lo imprescindible para subsistir por el viejo puente. Los ejes del punto crítico el sábado, cuando se prevé la posibilidad de confrontación, son los siguientes:

a) Guaidó está reconocido como Presidente por los países donantes y, en esa virtud, la atención a su petición, es legítima;

b) El Congreso que él preside, conforme a la Constitución, tiene facultad, tanto para autorizar la entrada de la ayuda, como para el envío de tropas o la autorización de tropas extranjeras en el territorio – esta última opción, no es deseable;

c) Conforme a la Carta de las Naciones Unidas, podría ingresar la ayuda, “una coalición internacional en misión de paz bajo los principios de Responsabilidad para Proteger”, pueden hacer entrega de las donaciones cuando se trata de paliar situaciones de desastres, pandemias o calamidades extremas que afecten a núcleos vulnerables de la población;

d) A este fin, puede auxiliarse de custodia militar, conforme ha dispuesto el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela en el exilio, que conforme a Resolución de la ONU del 2005, no viola los principios de soberanía. El trago para Maduro es amargo en todas las formas, pues si permite la entrada de la ayuda, cae en cascada golpeándose en cada escalón por la escalera política y desde luego, legitima a Guaidó y, si logra impedirla por la fuerza, no sólo enfrenta los riegos del acto político, sino al mundo democrático y sobre todo, a toda América que observa la catástrofe humanitaria provocada por él: caería al precipicio.

Eso, sin evaluar el riesgo de que los militares le desobedezcan. Según la encuestadora Hercon Consultores, el 85.5% de los venezolanos opina que los militares deben permitir la entrada de la ayuda y, el 80% que debe renunciar, incluyendo importantes núcleos del chavismo, que en los últimos días se han reunido con Guaidó. Maduro esta en las últimas, el viernes empieza la agonía, con música y todo, incluso se informa de la presencia al concierto, no solo del Presidente Duque, sino también de Piñera, de Chile.

El sábado quizás sea el velatorio del régimen más estúpido del planeta: el domingo esperemos que salga el sol de la esperanza para la patria de Bolívar y se eviten los ventarrones de la tormenta y sus rayos de fuego. Por ello, al tiempo que Trump amenaza a los militares venezolanos, América debe ofrecer una salida a Maduro, no porque la merezca, sino porque Venezuela necesita que se vaya.

El autor fue embajador dominicano en Colombia.