Bartolomé Vegh se la lució

Conocí a Bartolomé Vegh en manga de camisa, “fajao” en el patio, jugando con los muchachos del Hogar Escuela Santo Domingo Savio del 12 de Haina, del cual fue su primer director desde el año 1954.

Este corpulento, fogoso y emprendedor salesiano, había iniciado también, en 1947, la obra de Don Bosco en la Jarabacoa de la eterna primavera, a poco tiempo de haber dado el salto desde la lejana Hungría, donde nació, a la tierra quisqueyana que sería su nueva patria, y aquí se quedó hasta la hora de su muerte.

Además del sacrificado trabajo que realizaba a favor de los jóvenes más necesitados, lo recuerdo también por su habilidad culinaria que me enseñó a degustar sus fuera de serie y exquisitos pepinos a la vinagreta, así como por el sabroso gulasch que provocaba apetito aun en aquellos que no somos muy aficionados a las carnes.

De fuera vino, como tantos otros meritorios salesianos, a luchar por la juventud de nuestro país, dándonos una pela de calzón “quitao” a quienes con frecuencia hablamos de la juventud solamente para lamentarnos. Nos enseñó cómo se hace patria guayando la yuca para hacer de los jóvenes buenos cristianos y honrados ciudadanos.

En reconocimiento a su fructífera labor y entrega generosa, el Hogar Escuela Santo Domingo Savio, en coordinación con el Ministerio de Educación bautizó una de sus unidades educativas con el nombre de Instituto Politécnico Padre Bartolomé Vegh.

La estructura física de ese instituto politécnico está enclavada en el terreno regado con el sudor de Bartolomé Vegh y de tantos otros salesianos. Debajo de esos edificios escolares se encuentran las huellas de las correrías educativas y pastorales de ese digno hijo de Don Bosco.

Como fruto misterioso del embrujo espiritual del sudor derramado en el terreno donde ahora se levanta esta unidad escolar, el Instituto Politécnico Bartolomé Vegh se ha hecho acreedor del Gran Premio Nacional a la Calidad 2018, a través del cual se le ha reconocido como centro educativo que ha satisfecho en forma excelente las expectativas de la educación en esta era digital. Escogido como ejemplo de calidad este politécnico honra la amplia red educativa salesiana de nuestro país.

Se la lució Bartolomé Vegh a muchos años de su despedida de este mundo. Su nombre continúa iluminando el trabajo educativo que realiza la familia salesiana en las numerosas escuelas y politécnicos que, con la mística de trabajo del Sistema Preventivo de Don Bosco, aportan con tenacidad al desarrollo integral de la juventud dominicana.

Se la lució Bartolomé Vegh y el instituto politécnico que lleva su nombre, poniendo en alto la calidad educativa y espiritual de la obra de Don Bosco a favor de la juventud. Aplausos para él.