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FIGURAS DE ESTE MUNDO

La triple tentación

¿Cómo Jesús enfrentó airosamente la tentación de Satanás, y cómo nosotros, al leer este episodio, podemos imitar su ejemplo? Del bautismo en el Jordán, el Hijo del Hombre fue llevado por el Espíritu Santo al desierto, “…para ser tentado por el diablo”. Debía probar, ante Dios, su calidad humana para cumplir, como un cordero sin mancha, la misión redentora. El tentador, en cambio, tenía el malvado plan de hacerlo pecar para destruir la obra de Dios.

Pasados 40 días de ayuno, Jesús tuvo hambre. El adversario, oportunista, apareció presto con el fi n de perpetrar su triple tentación. Abordó a Jesús, primero, por el lado de “los deseos de la carne”. Lo atacó por el estómago, y le propuso transformar piedras en panes para vencer el hambre. Pero fracasó. Cristo alimentaba su alma con “toda palabra que sale de la boca de Dios” y la comunión con Él. En el segundo intento, el diablo incita a Jesús a lanzarse desde el pináculo del Templo. Apeló a lo espectacular, sensacional o triunfalista. Pero Jesús vino a ser Salvador, no un impresionante acróbata que concitara la admiración de la gente. Rechazó la tentación hacia “la vanagloria de la vida”. En su tercer asalto, el enemigo le muestra el poder y la riqueza de la Tierra, y se los ofrece a cambio de un acto de adoración. Cristo responde enérgicamente: “¡Vete, Satanás!, porque escrito está: ‘Adorarás al Señor tu Dios, y a él solo servirás”, y a seguidas lo expulsó derrotado del campo de batalla.

Jesús demostró que pudo resistir al diablo con la Palabra de Dios, y que nosotros podemos usar el mismo método cada vez que seamos tentados a pecar. (Vea Mateo 4:1-11; Marcos 1:12-13, y Lucas 4:1-13).

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