La sinfonía del amor

No hay que esperar cuarenta y seis años unidos en una sola carne para comprender que existen encuentros en los cuales dos almas perciben que una complementa a la otra.

Así lo han entendido Mirtha y Julio que con amoroso reconocimiento han buscado afanosamente el alma que fuera capaz de colmar sus vacíos.

Han advertido en los benditos preludios de dar esperanza y de crecer en la fe, que es ahí donde se reconoce el motivo soberano de la sinfonía del amor.

Con el tiempo juntos, estas dos almas saben ciertamente que están signadas por la gracia de Dios, en la que cada una está persuadida del reflejo en la otra.

En estos encuentros que se transforman en subidas y elevaciones, cada uno sabe a ciencia cierta que puede levantar el vuelo hacia horizontes donde el amor será una estrella que nunca dejará de brillar, sin importar que la vida temporal algún día tendrá fin.

La historia eterna de este amor continuará porque entre la música y el amor existe una misteriosa afinidad, en dos que se han prometido amarse hasta que la muerte los separe, intuyendo, que ya convertido en sinfonía con el palpitar de las estrellas, sus corazones danzarán al ritmo del infinito.