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PUNTO DE MIRA

PRM tiene que calibrar su brújula

Al igual que en las pasadas elecciones, el PRM asienta sus expectativas de victoria en la división del PLD. Es como contar con una camisa ajena para ir de fiesta.

El PRM tiene una gran oportunidad de colocarse en una posición favorable, pero su dirigencia parece no percatarse y no adecúan su hacer cotidiano con una estrategia de crecimiento. Se mantienen en política como el buitre ante un posible cadáver. Esperan que el PLD se desmiembre para alimentarse.

Las encuestas indican que el PLD es el segundo partido del sistema y cabeza de la oposición, pero es fuerza contrapuesta, no por un quehacer tenaz sino por fuerza de la gravedad.

Parece que el estilo les viene de lejos porque el PRD, en sus últimos años estaba mirándose el ombligo, mientras el PLD avanzaba en todas direcciones. El PRM tiene todos los genes de sus ancestros, únicamente le falta que afloren con ímpetu las confrontaciones, y siempre temo que tal cosa ocurra, porque tienen una división de origen.

En el difícil mundo de la política, donde la lucha por el poder es el incentivo, meta y aliento, es difícil concebir una organización que tenga de aliados a dos personas que quieren la Presidencia de la República y la competencia sea mantenida con buenas artes.

La armonía entre dispares en la política dominicana es un anacronismo, sobre todo cuando ambos políticos tienen ese origen de encontronazos y divisiones. Hipólito y Abinader son producto de una disfuncional familia partidaria que ha dejado una herencia de hijos rebeldes.

Desde hace tiempo Hipólito anda del brazo y por la calle con Danilo Medina, mientras Abinader se mantiene modoso, con un papel de chico conservador descuadrado en estos tiempos, en que la mayoría de los electores se manejan con despejo. Él es el más joven de los competidores, con un amplio espectro que cubrir, pero su actuar es de un cansado actor político.

Abinader está llamado a ser la tea de la oposición, el que señale y atosigue constantes errores del gobierno, pero no lo hace, y el país se queda sin un actor activo que haga reorientar las políticas públicas o ponga al gobierno a actuar con apego a la ley y sus compromisos programáticos. Un ejemplo es el rechazo que al PRM parece no importar. Sueñan, como Pilarín, la división peledeísta para poder ganar.

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