Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

PENSANDO

Amor de hermanas

Con el paso del tiempo aprendemos a valorar las oportunidades que nos da la vida, no solo en lo profesional, al encontrar el éxito de nuestras realizaciones, sino que en el medio afectivo que nos rodea, lo mejor es lograr saber identificar a nuestros verdaderos amigos y relacionados laboralmente; y así, cuando ese sentimiento se da recíprocamente entre los miembros de la familia, nuestras realizaciones alcanzan el mayor valor al ver crecer el amor entre nuestros hijos. Es el caso de mis dos hijas, Violeta y Farah Casandra, donde la mano de Dios las tocó con la fibra más sublime de hermandad. Violeta, que por asuntos laborales partió con su familia a residir a Ibiza, escribió recientemente a su hermana Farah en el día de su cumpleaños, unas líneas que quiero compartir por su hermoso contenido, y así mostrar su sentir por la falta de su hermana en la distancia, expresando un sentimiento que nos llena de satisfacción por la formación que pudimos darle, a un ser de una gran sensibilidad. Violeta expresa: “Da igual el tiempo que pase y los metros de distancia; cuantas lunas, cuantas fases, pasen en nuestras estancias. Hace falta más que eso para separar dos almas que lejos, en mares inmensos, son solo una y se aman. Pasa el tiempo, rota el mundo, arriban nuevas mañanas, y dentro, en lo más profundo, grita mi ser que te extraña. Pero al ‘yo’ que grita dentro le has enseñado a ser fuerte, y sonríe y espera quieto, confiando en volver a verte. Quiero acompañarte siempre, estar junto a ti, a tu lado, que guardes en tu alma y tu mente que cogeré fuerte tu mano. Da igual el tiempo que pase, y las lunas y los mares, el tiempo, el grito, las almas, mi ser, el tuyo, quien clame. Siempre que abras los ojos y la luz del día te llame, quiero estar allí a tu antojo, ser quien te anime y te ame. Y es que aunque no esté a tu lado, te siento en cada suspiro y mi corazón aplicado, a esperar ha aprendido”. Con estas líneas escritas por el corazón de Violeta, vibra de emoción el nuestro y siento que el día que no esté, podré verlas unidas en nuestro reencuentro en la eternidad. Gracias a Dios por esta realización que emana de Su bendición y que con ella proteja a mis demás hijos: Ricardo Antonio, Patricia y Andrés, que hoy también se profesan amor y respeto, con el compromiso de superarse cada día con el esfuerzo del trabajo digno.

Tags relacionados