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El Manifiesto del 16 de enero no es de Sánchez

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

En su libro “Héroes y próceres dominicanos y americanos” (1995), el historiador Euclides Gutiérrez Félix consigna que en “los primeros días de enero de 1844, redacta Sánchez el Manifiesto de Independencia que será publicado con fecha del 16 de ese mes y, a petición de Mella, es enviado a Tomás Bobadilla para su corrección.” Como se trata de una obra de carácter didáctico, el autor no señala las fuentes documentales que sustentan tal aseveración, aun cuando es evidente que se apoya en la tradición oral de la distinguida familia Sánchez que figura, en calidad de apéndice, en el tomo segundo del documentado estudio biográfico sobre el héroe del Conde y mártir de San Juan, del licenciado Ramón Lugo Lovatón (1948).

Sánchez y Mella. En la obra “Sánchez” (Pp. 160-69, tomo I, 1947), Lugo Lovatón aborda la cuestión del Manifiesto del 16 de enero. Sostiene que, encontrándose Sánchez oculto en casa de los hermanos Concha, “tomó consejo con sus íntimos y comenzó a redactar un manifiesto que secretamente se llevaría a todos los pueblos para unificar la opinión y acreditar el movimiento revolucionario”. A seguidas reproduce una opinión del historiador haitiano Tomás Madiou, según la cual “Cuando estos [los trinitarios] juzgaron que todo estaba ya bien preparado para que la separación fuese proclamada, determinaron hacer un Manifiesto de la parte oriental de la isla contra la dominación haitiana. Francisco del Rosario Sánchez ayudado por Mella, se encargó de redactarlo; y en una reunión que tuvo lugar en la noche del 16 de enero de 1844, se le dio lectura y fue aprobado por todos los conjurados”. Del párrafo anterior se colige, primero, que Sánchez redactó “un manifiesto” (no necesariamente el del 16 de enero); y, segundo, que ese documento lo escribió “ayudado por Mella”. Al parecer, Madiou estaba confundido, pues el 16 de enero de 1844 no hubo reunión alguna de los patriotas, sino que fue a partir de esa fecha cuando comenzó a circular la Manifestación que Tomás Bobadilla, posteriormente, en una acalorada sesión celebrada en el Congreso Nacional, afirmó haber sido su autor, sin que nadie -entonces ni después- lo desmintiera.

Manifiestos y proclamas. Se ha demostrado, merced a documentos de irrecusable veracidad, que por lo menos fueron cuatro los manifiestos y proclamas antihaitianos que circularon con anterioridad a la proclamación de la República. Respecto del manifiesto atribuido a Sánchez, el historiador José Gabriel García escribió que, “retirado Riviere, que se llevó a Delmonte de Consejero, Sánchez se quedó a la cabeza de los trabajos; escribió un manifiesto y lo propagó en el Cibao por medio de Juan Evangelista Jiménez, en el Este por medio de Juan Contreras y en el Sur por medio de Gabino Puello. De este manifiesto se sacaron cinco copias que las hizo Manuel Dolores Galván”. Después de regresar al país en 1848, Sánchez tuvo oportunidad de aclarar el asunto del Manifiesto de enero y no lo hizo, como tampoco lo hicieron los demás trinitarios que firmaron el célebre documento. Hacia 1861, en diferentes proclamas políticas, Sánchez se refirió con orgullo al “grito heroico del 27 de febrero”. Y en su proclama del 20 de enero de 1861, tras exhortar a los dominicanos a rebelarse contra el déspota Pedro Santana, Sánchez escribió que él había sido “el instrumento de que se valió la Providencia para enarbolar la primera bandera dominicana” y proclamó “YO SOY LA BANDERA NACIONAL”; pero nada dijo en torno a la conocida declaratoria de separación de 1844.

Prócer y mártir. El hecho de que Sánchez no fuera el autor de la Manifestación del 16 de enero, en modo alguno disminuye su inmensa estatura de prócer de la independencia, mártir de San Juan y uno de los Padres fundadores de la República. ¿Por qué Sánchez -preguntarán algunos- no reclamó la paternidad de ese documento? A mi modo de ver, por una sencilla razón: no pudo haber escrito un texto cuyo contenido político-ideológico era esencialmente contrario a la doctrina duartiana de liberación nacional. Que el documento por él redactado fue otro distinto del Manifiesto de enero, queda evidenciado en unas declaraciones de Manuel Dolores Galván, su secretario para todo trabajo relacionado con la independencia, y quien en 1889 reveló al periódico “El Teléfono” que Sánchez le ordenó hacer tres copias de un manifiesto “que él acababa de redactar para los pueblos del Norte, del Sur y del Este, y de cuyas copias hasta ahora no ha aparecido ninguna”. Un testigo y profundo conocedor de aquellos acontecimientos memorables, el historiador José Gabriel García, al referirse a los diferentes Manifiestos que circularon antes del 27 de febrero, precisó lo siguiente: “El del 16 de enero no es el de Sánchez”. (Cf. “Vetilio Alfau en Clío, Escritos”, tomo II, 1994).

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