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FE Y ACONTECER

Las Bodas de Caná

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Cardenal Nicolás De Jesús López RodríguezSanto Domingo

a)Del libro del Profeta Isaías 62, 1-5.

Hemos comenzado el Tiempo Ordinario, hasta que se inicie la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, el próximo 6 de marzo. La primera lectura de esta segunda semana del Tiempo Ordinario, es un poema que intenta seducir a los oyentes para que se enamoren de una ciudad que todavía permanece en ruinas, pero que puede volver a ser la ciudad de Dios, la fortaleza del Señor. Jerusalén había sido destruida por los Babilonios y sus habitantes conducidos al cautiverio, fueron años de gran desolación.

La misión del profeta como la describe al comienzo del capítulo anterior refleja una gran esperanza y seguridad: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado a dar una buena noticia a los que sufrenÖ para proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el Año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios”. El año de gracia o año jubilar debía proclamarse en Israel cada 49 años e incluía la condonación de todas las deudas. La misión de Isaías es hacer soñar algo nuevo y grandioso a un pueblo que ha pasado siglos en el cautiverio. Lo ha prometido el Señor y el gran profeta lo garantiza con la llegada del Salvador victorioso.

b) De la primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 4-11.

Como hemos señalado antes, Corinto era una ciudad cosmopolita, por su posición geográfica tan estratégica, con dos puertos de mar y sus edificios suntuosos, era la tercera más grande del imperio con una población de casi medio millón de habitantes, entre los que se encontraban gran número de esclavos y una importante minoría de judíos.

De acuerdo con lo que nos relata el capítulo 17s, del libro de los Hechos de los Apóstoles, San Pablo llegó a Corinto después de su aparente fracaso en Atenas para entrar inerme, solo con el evangelio en aquel hervidero humano de culturas.

El Apóstol fue acogido en Corinto por un matrimonio de judíos convertidos al cristianismo, desterrados de Roma por el emperador Claudio, y éstos serían de gran ayuda para él. En el texto que comentamos hoy el Apóstol dice que nadie puede decir: ¡Señor Jesús! Si no es movido por el Espíritu Santo y afirma en seguida que “existen diversos dones espirituales, pero un mismo Espíritu; existen actividades diversas pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos”. Más adelante afirma: “Todos nosotros, judíos o griegos, esclavos o libres nos hemos bautizado en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo y hemos bebido un solo Espíritu” (1 Cor. 12, 13).

c) Del Evangelio según San Juan 2, 1-11.

El Apóstol San Juan recoge en estos versículos un episodio no común en los evangelios, las bodas de Caná, una página muy hermosa de las escrituras, primer milagro obrado por Jesús por petición de su madre. Al convertir el agua en vino, ya no queda lugar para ritos y purificaciones externas. La madre de Jesús es de tal importancia que sin ella no hubiese tenido lugar el milagro.

Conviene decir que cada signo del cuarto evangelio es una señal de algo más profundo que Jesús va a realizar: podrían considerarse como parábolas sobre el ministerio de Jesús. En Caná podemos ver la llegada del Reino de Dios semejante a un banquete de bodas del hijo de un rey. El vino nuevo que Jesús da es el vino de bendición esperado para los tiempos mesiánicos.

Como señala el P. Basilio Caballero, en todo esto tiene su parte María la Madre del Señor, pues es su presencia suplicante la que apresura la realización del milagro por parte de Jesús. El evangelio de este domingo es un ejemplo de la solicitud de María que se muestra sensible a la necesidad del prójimo, en este caso los nuevos esposos, y es prueba también de la eficacia de su intercesión ante su Hijo, Cristo Jesús.

Así lo ha entendido siempre el pueblo cristiano, que a través de los siglos ha confiado en la mediación de la Madre del Señor, venerándola e invocándola de continuo.

El Concilio Vaticano II afirmó: “María es nuestra Madre en el orden de la gracia”. (Lumen gentium 61). “Esta, su maternidad perdura sin cesar desde el momento del asentimiento que prestó fielmente en la Anunciación y que mantuvo sin vacilar al pie de la Cruz, hasta la consumación perpetua de los elegidos”.

Invito a los amigos lectores, a renovar este lunes 21 de enero su amor y devoción a nuestra Madre espiritual, la Virgen de la Altagracia, Reina y protectora del pueblo dominicano.

Fuente: P. B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra, ciclos A, B y C, Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo. Rainero Cantalamessa: Echad Las Redes.

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