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¿Se ha avanzado en la supervisión bancaria?

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DARIS JAVIER CUEVASSanto Domingo

En la literatura fi nanciera acerca de los episodios de crisis bancarias se resalta que, una mala cartera de crédito combinada con un sistema de control bancario débil produjo problemas muy serios a la banca japonesa y asiática durante la crisis regional de 1997-1998. Pues tan solo en Tailandia y Malasia las pérdidas representaron mas del 30% de sus respectivos PIB, lo que era una expresión fehaciente de como el riesgo de crédito puede hundir a una economía.

Posterior a la crisis asiática surge en 1999 el acuerdo de Basilea II, cuyos objetivos procuraban mitigar la repetición de eventuales riesgos y, de esta manera, sus normas han contribuido a que los mercados fueran más cautelosos. En efecto, Basilea fue la vía más adecuada para auspiciar una buena administración de riesgos fi nancieros, a través del uso de metodologías que permitieran controlar y mitigar el riesgo en las entidades bancarias.

Con la versión de Basilea II, superando los principios de Basilea I para una supervisión bancaria efectiva, las ponderaciones de riesgo asignadas a los diferentes tipos de activos de riesgos pusieron en marcha nuevas herramientas para contrarrestar los eventos de quiebra bancaria. Es en tal sentido que el Comité de Basilea se sustentó en tres pilares fundamentales: Requerimientos Mínimos de Capital, Proceso de Supervisión y Disciplina de Mercado.

En el caso del primer pilar, se establecen las reglas para calcular los requerimientos mínimos de capital por riesgo de crédito, operativo y de mercado. En el pilar dos sobre el proceso de supervisión, de lo que se trata es de alentar a las entidades para que desarrollen y utilicen las mejores prácticas en el seguimiento y la gestión del riesgo y asegurar que las entidades mantengan un nivel de capital adecuado en función de su perfi l de riesgo. En cuanto al tercer pilar, se procura establecer una política en lo referente a la información que deben ofrecer las entidades al mercado, cuyo objetivo es que el mercado tienda a reconocer a aquellas entidades que gestionan sus riesgos de forma más efectiva.

Indudablemente que el control oportuno del riesgo bancario, sugerido por Basilea I y II, permitió tener una seguridad prudente de la gestión global de los riesgos inherentes que asumen las entidades fi nancieras, en particular, los riesgos de liquidez, mercado, de crédito y operacional.

Sin lugar a dudas, esto permitió prestar atención a otros riesgos como el riesgo operacional, con énfasis en los riesgos tecnológicos y del fortalecimiento del marco de capital global, con miras a consolidar la regulación: tanto la regulación microprudencial, como la macroprudencial.

Es importante poner de relieve que la supervisión bancaria tradicional, históricamente se había concentrado en verifi car el cumplimiento de las leyes, regulaciones, y normas con un enfoque post. La migración hacia Basilea II permitió también destacar la importancia que tiene para el sistema fi nanciero la adopción de las mejores prácticas para administrar sus riesgos, como elemento mitigador de las vulnerabilidades a las que son expuestos, razón por la cual el órgano supervisor está llamado a precautelar la sanidad y estabilidad del sistema, como elemento fundamental del crecimiento económico.

En lo concerniente a la supervisión bancaria en la República Dominicana, la crisis bancaria del 2003 puso en evidencia que a nivel local se actuaba de espalda a lo que ya se implementaba en el sistema fi nanciero global y esto permitió la gestación profunda de un colapso bancario con un costo fi scal de un 22% del PIB. Las consecuencias de ese nefasto episodio de crisis aún inciden en la economía y se verifi ca a través de un défi cit cuasi fi scal que presenta cifras temerarias.

Para que se tenga una idea de la debilidad de la supervisión bancaria, para entonces, solo hay que considerar que en marzo del 2001, el FMI aplicó su instrumento de evaluación denominado FSAP, “Financial Sector Assesment Program” o ‘Programa de evaluación del sector fi nanciero’, cuyos hallazgos revelaron 22 debilidades que auspiciaban las malas prácticas bancarias. En términos concretos, las entidades bancarias estaban descapitalizadas, evidenciando un índice de solvencia de 7.9%, inferior al estándar de un 10% y un índice de morosidad de 9.2%, lo que signifi caba un deterioro de la cartera de crédito del sistema bancario.

Para contrarrestar tales fl agelos hubo que asumir lo establecido en Basilea I y II, implementando la supervisión basada en riesgos, aplicación del reglamento de evaluación de activos, el gobierno corporativo, entre otras normativas. La mayor aceleración en los avances de la calidad de la supervisión se registraron en el período 2005-2011 cuando en el 2005 el índice de solvencia alcanzó 12.5%, la morosidad cayó en 4.5% y la provisiones se normalizaron, esto fué fruto de los nuevos enfoques de la supervisión bancaria.

Las debilidades encontradas en el FSAP del 2001 y en la evaluación de junio del 2009 fueron superadas en un 88%, lo que sumado al incremento progresivo en las provisiones expresaban la existencia de un sistema saludable. Esos avances están testimoniados en el informe redactado por los responsables de la ‘Supervisión Asistida’ de Patricia Armendáriz y Ernesto Pineda; así como la Evaluación de la Supervisión Basada en Riesgos, elaborada por el consejero Ralph Lewars, todos irrefutables intérpretes de la Supervisión Bancaria.

EL AUTOR ES ECONOMISTA

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