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EL BULEVAR DE LA VIDA

Los insultos y la gramática

FALTAS DE ORTOGRAFÍA.- Es la parte oscura y nada gratificante de este maravilloso oficio. Me refiero a que, de cuando en vez, tiene uno que soportar insultos, digitales gritos de difamación de parte de señores que a falta de argumentos recurren a la ofensa. Pero valga la verdad, lo cierto es que los insultos uno los tolera más o menos bien, y mucho mejor los toleraría si no existieran las Paola, los viejos, la familia. Con el tiempo, uno se acostumbra al asunto y hasta hace bromas con los colegas cuando nos reunimos para escuchar algún sector de la política o la economía y cada cual cuenta su historia. Aunque debo confesar aquí -para frustración de mis insultadores- que en realidad mi problema no son los insultos a mi persona sino las ofensas a la gramática, las faltas de ortografía.

UN REGALO PARA DEVOLVER.- Uno ha repetido hasta la saciedad, que el insulto es el arma preferida de quienes carecen de argumentos, se quedaron sin ideas, o, lo que es mas grave, nunca las han tenido, generalmente porque sus resquemores o su pereza no se lo han permitido. Esos grises “DERROTADOS DEL TRIUNFO AJENO” (ser amado es el mayor de los triunfos) agreden a quienes ellos consideran responsables de sus fracasos. Por suerte, hace ahora mil años uno aprendió que los insultos no se responden, se devuelven como un regalo, y si no fuera esto posible, se aniquilan con el arma implacable del olvido; oiga usted, que uno ha leído a Krishnamurti y a Tagore para algo más que acompañar con buen vino la presencia mágica de una musa envuelta en la magia de sus ojos “VERDETRISTEMAR” y su larga falda blanca.

LOS TERMOCEFÁLICOS Y LA DERECHONA. - Es interesante descubrir que, en esto del insultar, los personajes de la termocefalia izquierdosa coinciden con los de la derechona arrogante, como coincide el chantajista de oposición -(piensa que uno solo trabaja para despotricar contra el gobierno)- con el gobiernista prepotente que con el paso de los años y los gobiernos de su partido se acostumbró a que siempre le den la razón. A ambos, termocefálicos liberales o conservadores arrogantes, los sobrellevo bastante bien, pero eso sí, -y en eso soy firmemente irreductible, - no acepto en ninguna circunstancia que un ASPIRANTE A HOMO SAPIENS, ÁGRAFO Y MONOSILÁBICO, me insulte con faltas de ortografía. Eso nunca. Por ejemplo, si usted considera incorrecto de mi parte mencionar al Instituto doctor Peña Gómez junto a la Fundación Global y Desarrollo, no me pida “no faltarle el RESPECTO a Peña Gomes”, pues eso es imposible sin que antes vuelva usted a clases de primaria, para que le enseñen la diferencia entre respeto y respecto, y para evitar que siga usted insultado y faltándole el respeto, (sin C), a José Francisco, al escribir Gomes, por Gómez.

EL MAYOR DE LOS TRIUNFOS.- Quizás por mi vocación para el diálogo y los consensos y mi sentido del respeto, como consecuencia de ser hijo y nieto de maestros, soy de los periodistas menos insultados del país, pero me insultan. Yo colecciono insultos como libros. “Mentadas de madre” entre vinos. Pero eso sí: si Ud. me va a llamar BANDIDO no lo haga con V (vandido) que me enferma, y uno tiene ya “cierta edad”, es asmático y coleccionista de hernias discales, podría morir y, entonces, no tendría usted, -pobre diablo- en quién desahogar sus miserias y frustraciones, sus pesarosas derrotas por los ajenos triunfos que a veces da el trabajo, y siempre da el amor, ay. Lo que duele no es su insulto (poca cosa), sino tener que soportar su innato talento para pensar con faltas de ortografía. La ignorancia es un derecho constitucional, pero nadie debería ejercerlo con tanta contundencia.

FINALMENTE. - Reciba usted, un abrazo que le abrase, de parte del hijo del Profe McKinney y la profesora Yolanda. Con su permiso.

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