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EL BULEVAR DE LA VIDA

Un club cerrado por derribo

EL CLUB DE LOS PENDEJOS.- La amplia clase media nacional –fuente originaria del Club de los Pendejos-, tendrá que sentarse a meditar seriamente sobre cuáles acciones tomar si es que quiere sobrevivir a la política de “acoso y derribo” a la que los gobiernos le van sometiendo de año en año, de impuesto en impuesto, de contravención en contravención, de gadejo en gadejo. De entrada, le propongo a los miembros del Club escuchar a Sor Joaquín Cardenal Sabina, quien en su canción “Nos sobran los motivos” aconseja a un amor impertinente, justo y lo que debe advertir el Club a los gobiernos: “No acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo”. Si lo mucho hasta Dios lo ve, cómo no iba a verlo –acompañado de María Magdalena- el dios de los cristianos. ¿Cómo explicar la aplicación selectiva y exclusiva de las leyes a un solo sector de la sociedad?

COMO UNA AREPA BANILEJA.- Aunque parece complicado, en realidad el asunto es sencillo (“como dormirme en tus ojos o despertar con tu sol”). La clase media dominicana es una arepa banileja que recibe “candela por arriba y por abajo” de parte de los gobiernos, mientras para otros sectores –por ser muy ricos o por ser muy pobressiempre hay un “bajadero”, un diálogo pendiente, un consenso por buscar, una “jurídica lubricación” para evitar la aplicación de las leyes y, si por la gracia de la María esto fuera inevitable, entonces aparecerán las exenciones fiscales, los “negocios redondos”, las asignaciones cariñosas, los préstamos blandos y otros versos del agradecimiento financiero. Casos ha habido de grandes empresas/corporaciones/grupos/ comercios atrapados infraganti delito en acciones de contrabando, evasión y/o elusión, y todo ha sido resuelto con un “diálogo nostálgico de financiamiento electoral”, en el que se le recuerda al partido gobernante los aportes económicos en la campaña. ¡No te jode! En el otro extremo del mismo problema están las grandes mayorías electorales a las cuales los gobiernos cuidan con esmero de madre banileja, al punto de correr el riesgo de profesionalizar la pobreza, que es el gran peligro de la ayuda atemporal y sin responsabilidad, pero ese es otro tema y uno debe repartir bien los frentes.

PADRES DE FAMILIA VS. HIJOS DE LA GRAN P.- Para los muy pobres (por ser muchos) o los muy ricos (por ser poderosos) nuestros gobiernos siempre tienen una compensación; pero cuando de la amplia clase media se trata, sólo hay un camino: cumplir la ley que, además, le será aplicada con el rigor de un portero de puticlub, y una eficiencia alemana. Cuántas veces no hemos visto a un Amet/Digeset aplicando la ley a un señor de clase media en su jeepetica Kia Sportage o Toyota Rav 4, casi del año, mientras a su lado van pasando decenas de vehículos de transporte público que son la suma de todas las violaciones posibles a la Ley de Tránsito. Según me cuentan, a esos choferes de concho y “voladoras” no se les aplica la ley porque “son padres de familia”, de lo que es fácil deducir que los demás somos “hijos de la gran p.... parada”.

“PENDEJOS DEL MUNDO, UNÍOS”.- Algo tendrá que hacer este inmenso club de “pagaimpuestos” y “sufreleyes” para convertirse en un peligro electoral, vandálico, terrorista, “ateo y disociador”, al que los gobiernos teman como le temen, y por eso las raciones de boa de todo tipo a las cúpulas empresariales y sus imposibles princesas del capital, ¡ay!, a los empresarios del transporte, o a esa izquierda sin brújula, ideas ni prigilio, ahora dedicada últimamente a obrarse en los edificios públicos y hasta en la Bandera Nacional. Parafraseemos a don Carlos Marx: “¡Pendejos del mundo... uníos!”

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