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ORLANDO DICE

La propuesta de Carlos Amarante

UNO- LOS DEMÁS PUNTOS.- La persecución, detención y sometimiento a la justicia de los matadores del oficial en el Baní se impone, pero no es suficiente. La suspensión e investigación de los compañeros que lo abandonaron se impone también, pero tampoco es suficiente. El naciíto estaba ahí y fastidiaba, pero ahora brotó pus y es momento de exprimirlo, de eliminarlo. Baní está cundío de drogas, y eso lo saben en el pueblo y por igual en la capital. Puede por tanto pensarse de todo, y de todo se piensa. El perro giraba en círculo, pero nunca llegó a morderse la cola. La impresión que se tiene en lo inmediato es de que van a entretener con Buche, y que en Buche se quede el problema. Y como va para juicio y de seguro le darán cárcel, con muerto el perro se acabó la rabia. La actitud y la acción, sin embargo, debiera ser otra. Aprovechar la ocasión de este crimen, fueran cuales fueran las circunstancias, para desmantelar no un punto, sino todos los puntos. Y llevar a cabo la tarea no es nada difícil, pues desde el momento que se habla de puntos, está significándose que son lugares conocidos. Como la pulpería del callejón o el colmado de la esquina.

DOS- TEMER AL CONTAGIO.- Las autoridades están obligadas a batirse de verdad. Primero, porque la muerte reclama justicia. Segundo, porque deben recuperar confianza y credibilidad. Y tercero, porque el mal ejemplo contagia. El delincuente es gente decidida y que sabe lo que le espera si comete errores. Matar un oficial, por ejemplo. En todos los códigos y procedimientos la reacción, incluso desproporcionada, está permitida. Tener agentes detrás o en vigilancia permanente daña el negocio, espanta clientes y produce más pérdidas que ganancias. Por eso acuerda porcentajes y se le cumple a cada cual, de manera que no haya acoso y la venta fluya. Al parecer esa era la situación, pues el tráfico de drogas se mantenía y nada de incidentes y menos muertes. La investigación por tanto debe ir más allá de la epidermis, pues la dirección de La Policía (en Baní y donde sea) debe salvar la cara y acreditarse ante una sociedad que no solo padece el mal, sino que se siente indefensa. Y peor todavía, impotente. El ilícito se produce delante de sus ojos, y la comunidad lo ve, aunque no así los encargados de combatirlo. La muerte del oficial en Baní crea condiciones para que se proceda, y esta vez de manera contundente. Pues acecha un peligro mayor. Que no solo se repelen los operativos, como ocurre a cada momento, cuando se recibe a tiros cualquier unidad, sea de la PN como de la DNCD, sino que se afine la puntería y se lleve el enfrentamiento hasta las últimas consecuencias.

TRES- EL JUEGO OCULTO.- Si yo fuera Leonel Fernández no tomara a juego la solicitud de licencia en la presidencia del PLD, hecha por Carlos Amarante, y menos mandara a Franklyn Almeyda a responderle. No creo que la idea sea ingeniosa, ni tampoco institucional, pero entre líneas deja ver una intención peligrosa. Aun cuando convocó toda una rueda de prensa y asumió el reclamo como cosa suya, da la impresión de que responde a una estrategia de grupo. Fernández no solo es un problema como aspirante, también lo es como presidente del partido. No se tiene claro en qué lo beneficia el cargo, pues minoría en el Comité Político y minoría en el Comité Central, y ya se sabe que si el CP no se reúne con la frecuencia debida, no es por su culpa. De ahí que haya que ir pensando en lo que no se ve, y considerar lo que no se ve como un propósito mayor. Y hay que hacerlo, pues al mismo tiempo que Amarante planteaba su moción, los diputados que siguen las orientaciones del presidente del partido, denunciaban una preocupante campaña en su contra. Si una cosa se ata con la otra, y ese todo se presentara como un paquete abierto, lo grave no sería el acoso, sino el derribo. Pero si además se da crédito a Melaneo Paredes que anda diciendo que la dirección del partido cesa, la situación del PLD no sería de colmena, sino de horno.

CUATRO- IGUALDAD DE CONDICIONES.- Si la sugerencia, o como pueda llamársele a la propuesta de Carlos Amarante, fuera llevada al organismo de dirección, habría que considerar licencia para el secretario general Reynaldo Pared, quien también procura la nominación. Amarante no lo mencionó, pero institucionalmente sería de justicia que se aparte del cargo. Igualdad de condiciones para todos, como si fuera fácil que un capitán vista como soldado o actúe como tal. Aunque no queda duda de que incluir a Pared facilita sacar a Fernández. El problema estaría en el momento, en el tiempo. El caso no podría llevarse al Comité Político, pues se supone que el PLD no está en campaña abierta o que a ninguno de los que se promueven se le considera oficialmente precandidato. La otra vuelta es que lo de Amarante pudo haberse quedado en necedad, en impertinencia, en algo fuera de lugar. Pero desde el momento que el sector Fernández le sale al paso, o lo descalifican, el tema entra en debate, y ya en debate, y en el fragor de estos días, no se sabe a dónde podría ir o qué provocar. Los demás aspirantes no reaccionan todavía, y ninguno endosa la propuesta de Amarante, sin darse cuenta de que al quedarse al margen, la audacia gana terreno y el susodicho se posiciona mejor.

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