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EN POCAS PALABRAS

Rafí Melgen

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Juan Guiliani CurySanto Domingo

En verdad que ponerme a escribir de algún ser humano que fallece es algo difícil y menos en épocas de regocijo y reunificación familiar, como es la Navidad. Sin embargo, hay que hacer un aparte y un esfuerzo para darle un justo reconocimiento a amigos y relacionados cuando la vida llega a su fin. En estos días de diciembre falleció en esta capital el empresario barahonero de origen libanés Rafael (Rafí) Melgen Hazoury. Un gran barahonero, que vino a residir a la capital de la República hace ya muchos años, cuando mucha gente de cómoda posición económica decidió mudar sus negocios a esta ciudad, por múltiples razones. Comerciantes de artículos textiles y enseres del hogar, Rafí tenía su tienda en la calle Padre Billini esquina Jaime Mota, oblicua al parque Central de dicha ciudad suroestana. En Barahona, había y aún quedan muchos ciudadanos de origen sirio-libaneses, cuyos primeros migrantes llegaron a tierra dominicana en los albores del Siglo XX. Conocí a Rafí desde pequeño y obviamente muy allegado a nuestra familia. Mi madre Nadime, también de origen sirio libanés era una de sus principales clientes y gran amiga. Rafí casó con doña Hilda Semán, dama también de origen libanés, proveniente de una de las más prominentes familias francomacorisanas. Al igual que doña Mery Acra de Melgen, quien estuvo casada con Faroche, hermano de Rafí, y ambas familias residieron en Barahona. Faroche falleció hace unos años y era el propietario de la otrora Farmacia Melgen (hoy Carol-Melgen) ubicada en la avenida Rómulo Betancourt. Al enterarme de la muerte del amigo Rafí por medio de las redes sociales, aún no estaba seguro que era de la persona que se trataba. Todo eso hasta que le pregunté a un amigo barahonero de origen libanés, el doctor y diplomático Manuel Morales Lama. Aunque era una persona no pública y de bajo perfil, dedicado a sus negocios de telas de confección, instaló luego su tienda en una de las principales arterias de esta capital, en la Lope de Vega, donde operó durante muchos años. En Barahona, Rafí fue siempre un gran munícipe. Colaborador incansable de las mejores acciones sociales. Fue un gran amigo de miembros de las Fuerzas Armadas. Siempre lo recordaba a pesar del tiempo que no lo veía, con su pistola 45 al cinto, que ese tiempo se les permitía a ciertas personalidades usar ese tipo de armas. “Rafí y su 45”, siempre decía yo de manera jocosa. En los últimos años y junto a su esposa Hilda, me tocó tratarlo cuantas veces podía hacerlo en la Cancillería de la República, en un caso de familiaridad con una hija en el servicio diplomático. Era la época de los atrasos en los sueldos a los miembros del servicio exterior del país. Los hermanos de Rafí eran, Fued, también comerciante y prestamista; Faroche, farmacéutico y el doctor Yamil Melgen, destacado médico, propietario de la Clínica Melgen, ubicada en la Dr. Báez y Bolívar, de esta ciudad de Santo Domingo, para los que la recuerdan. Hoy le dedicamos este humilde mensaje a su memoria.

¡Nos despedimos deseándole un Próspero Año Nuevo, para todos los dominicanos!

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