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PENSANDO

A la amistad

La solidaridad es la virtud que sustenta la amistad. Cuando caminamos hacia la conquista de nuestras metas, es necesario identificar las personas que nos acompañan en el difícil tránsito hacia la estabilidad emocional, que representa la armonía en las relaciones con nuestros semejantes. El afecto que espontáneamente nace producto de la reciprocidad de un buen trato, o “un buen amigo”, es la llave que nos abre la más bella condición que une a dos seres humanos. Muchas veces la amistad sustituye el vacío que deja la decepción producto del engaño, de la deslealtad. Reflexionemos en que no debemos entregar nuestro corazón a los amables halagos para no hacernos esclavos de aquellos encantadores engaños, pero sí abramos nuestro corazón a la ternura de la amistad sincera, que ennoblece nuestro espíritu y lo suaviza al recibir las caricias de la sinceridad. El amigo te da la templanza que con su prudencia te proporciona la fortaleza de su compañía. Cuando el amigo te habla con la verdad, las lágrimas que te provoca te lavan las impurezas de la traición. La amistad se viste de transparencia y la enemistad se esconde tras los multicolores de la falsía. Muchas veces las circunstancias nos separan de nuestros verdaderos amigos, pero siempre debemos recordar el nexo que los liga a través de la amistad constructiva, por eso no debemos dar preferencia a un extraño que se mueve a tu alrededor por interés. Ese amigo de tu infancia que ha velado por tu bienestar, ha trabajado por tu satisfacción; hónralo por sus años y no permitas que sus canas sean tratadas con irreverencia. A ti amigo te escribo para agradecerte mi mayor tesoro, tu protección y afecto. Hacer honor a la amistad es honrarnos a nosotros mismos con el bálsamo siempre sanador de tu paz interior, y así, asimilemos por siempre que el mejor nutriente para alimentarnos es un buen amigo, una buena amistad. Al acercarse un nuevo año, pedimos a Dios que nos ayude a distinguir entre lo bueno y lo malo, lo mejor y lo peor, lo importante y lo superfluo y lo sincero y lo falso, para encaminar nuestros pasos por un sendero de prosperidad no solo en lo material, sino también en lo espiritual, de la mano con los que verdaderamente nos quieren y respetan.

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