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IDEANDO

Ya no somos los mismos

Antes, cuando llegué al mundo de la publicidad de nuestro país, aquí no había caras extrañas. Todos nos conocíamos o teníamos referencias unos de otros. La industria era un vecindario de rostros conocidos, de orígenes conocidos, de prestigios conocidos, de habilidades y famas conocidas.

Sabíamos quién era quien en el negocio publicitario local. Los ejecutivos de los medios, los directores de los periódicos, los productores de TV, los jingleros, los locutores, en fin, todo el que “vivía” de esta industria era conocido o medianamente conocido por todo el mundo.

Podíamos citar de memoria los nombres de los talentos y ejecutivos principales de las agencias. Eran otros tiempos. Eran otros códigos. Eran otras instancias profesionales.

Como es natural, los tiempos han cambiado y hoy nadie sabe quién es quién en el marco de esta compleja era digital que acerca y aleja; que hace casi anónimo el ejercicio profesional e importantiza más la obra que al autor.

Ahora no nos conocemos entre sí. Coincidimos en el oficio, pero nos ignoramos en este universo de marcas, de estilos, de famas escondidas. Cada quien tiene un universo de aislamiento y soledad que nos distancia de la camaradería social de clase.

Seguimos “viviendo” de lo mismo, pero ya no somos los mismos. Los tiempos nos han separado y ahora ni siquiera los nombres de las agencias y sus dueños los conocemos. Cada quien construye de manera individual y silenciosa su nombre y su identidad profesional.

Esta disgregación de la clase publicitaria dominicana es un reflejo que explica el crecimiento de la industria, pero al mismo tiempo es una condición que aleja las posibilidades de crear un gremio que abogue por la unidad y defensa de nuestros intereses.

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